Cuando estaba hipnotizado, Graham también declaró que una tal «Dolly» había estado en un coche con él y con King, y que éste no paraba de «apuñalar» a Rocío. En este capítulo del testimonio se intuye la participación de terceras personas en el crimen, como defiende el abogado de King (Javier Saavedra) y el de la familia Hornos (Marcos García-Montes). Supuestamente podría ser Dolores Vázquez, exculpada de la causa tras pasar 17 meses en prisión. Pero los dos agentes que declararon ayer coincidieron en reseñar que King actuó sólo. Es más, el perito que se encargó de la hipnosis –en la que se reveló que King le dijo a Graham que había sido «muy duro con una chica y creía que la había dejado muerta– dijo a los agentes que algunas personas mienten en las regresiones.
La ex de King
También declaró su ex esposa, Cecilia Matilde King, quien afirmó que su «instinto» le decía que Tony King podía ser el asesino de la joven, porque la noche del crimen (9 de octubre de 1999) se comportó de forma «extraña». Así, narró cómo su ex se duchó y tiró la ropa que llevaba ese día.
Defensa y acusación, frente a frente
Javier Saavedra
De Norma Duval a Sadam Huseein y Tony King
Por su foto, Saavedra podría haber salido de una película de Hollywood. Y eso dicen algunas crónicas sobre cómo conduce los interrogatorios de los juicios, arrinconando a los testigos. Con un pie en Madrid y otro en Marbella (donde tiene despacho), Saavedra es uno de esos abogados estrella que asoma tras los casos del candelero mediático. Ha defendido a la vedette Norma Duval del acoso de periodistas del corazón, al ex dictador iraquí Sadam Hussein (con otros juristas), a las Campos (Maritere y Terelu), al Duque de Feria...
Marcos García-Montes
Parte en Filesa, Rumasa y el caso de los urquijo
De Rumasa (expropiación a la familia Ruiz Mateos), a Filesa (financiación del PSOE), Juan Guerra (hermano del ex vicepresidente socialista Alfonso) o la operación Nécora (narcotráfico en Galicia). García-Montes es una asiduo de las segundas y terceras autopsias y las pruebas forenses en los casos de crímenes. Así, consiguió demostrar que
Rafi Escobedo, el hombre condenado por la muerte de los marqueses de Urquijo (1980), no se había suicidado, sino que alguien le puso la soga al cuello mientras estaba en la prisión de El Dueso (Cantabria).
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