El mundo del pop y el rock, especialmente en el ámbito independiente, está plagado de etiquetas no aptas para los no iniciados. En un esfuerzo titánico por encasillar a las bandas para la comprensión del potencial oyente, los medios especializados se afanan en dar con la etiqueta correcta. A veces –y sólo a veces– dan en el clavo.
Y es que dream-pop, el término acuñado para tratar de definir un subgénero que valdría para infinidad de propuestas musicales (desde los fundamentales Cocteau Twins a los actuales y más electrónicos M83) encaja a la perfección con el sonido de bandas como Beach House, hoy por hoy sus principales valedores. Pop delicado y elegante, cargado de sensibilidad y nostálgicas melodías.
Tras debutar (y sorpender) en 2006 con un primer álbum homónimo, la trayectoria del dúo formado por Victoria Legrand y Alex Scally no ha hecho sino ascender. Tras la confirmación de Devotion (2008) y el celebradísimo Teen Dream, que en 2010 les llevó a lo más alto, el pasado año volvieron con Bloom, otro artefacto sonoro cargado de belleza. De la que invita a soñar.
Beach House actúa este viernes en la Sala La Riviera de Madrid. Después partirá hacia Portugal, donde tocará en Lisboa (16 de marzo) y Oporto (17 de martes), antes de regresar a España y hacer una parada en Avilés (Asturias), en el Centro Niemeyer, el día 19.
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