"Yo le he visto aquí hace un rato", aseguraba, radiante, Ana, 15 años, ganadora de un concurso para conocer en persona a Justin Bieber poco antes del concierto que el canadiense ofrecía este jueves en Madrid. Aunque solo le habían dado el tiempo justo para hacerse una foto con él antes de dejar paso a otras afortunadas o a las jóvenes que habían pagado una entrada Vip de 340 euros, aseguraba que Bieber "es supersimpático: sonríe todo el rato y me ha dicho: "Te quiero".

A unos metros, Beatriz, también de 15 años, madrileña, hipaba y temblaba de contento: "Es la primera vez que le veo en directo. Mi madre no tenía dinero para pagar la entrada y al final me han invitado".

La crisis se dejó notar este jueves en el Palacio de los Deportes de Madrid, en cuyo foso se veían inesperados claros y algunas gradas con sillas vacías. "Los menores de 16 debían venir con un adulto y si lo padres también tienen que pagarse la entrada (disponibles a partir de 60 euros) salía muy caro", reflexionaba la zamorana Mari Luz.

Sin embargo, los jóvenes que asistieron pensaron, a juzgar por sus gritos, que era una cantidad bien invertida. A las 20.10 horas, con 40 minutos de retraso, el héroe de la noche realizaba una entrada triunfal, de película: amarrado a unas alas plateadas gigantes, sobrevoló el escenario y el foso antes de posarse ante sus fans, que le laurearon con aullidos de emoción.

A partir de ahí, el artista se centró en interpretar los éxitos de su último disco, la mayoría acompañados por estudiadas coreografías y por más de una docena de bailarines, ninguno más alto que la estrella de la noche.

El tufillo de playback fue ahuyentado por el propio Bieber, quien tras ejecutar sin pausa una hilera de pasos de baile veloces y poses a lo Michael Jackson –algunas con más fortuna que otras-, se arrancó con unas estrofas a capella y, más tarde, con un tema acústico que interpretó únicamente con su guitarra, en honor de sus comienzos. Quizá fueron dos de los instantes más intensos e íntimos de este canadiense que, no hace tanto, colgaba sus vídeos caseros en Internet y que hoy encabeza una enorme y lucrativa maquinaria que, da la impresión, amenaza con quebrarle en cualquier momento.

Sin embargo, los episodios más aplaudidos fueron cuando, por ejemplo, el artista enseñó un hombro; luego, parte del calzoncillo y, finalmente, el pecho fibroso y lampiño tras deshacerse de la camiseta.

También provocó  exaltadas afonías cuando se tocó el costado y dijo "te amo con todo el corazón". Y cuando se acercaba a las primeras filas de fans, que estiraban sus brazos hasta casi hacer crujir las costillas para rozar las puntas de los dedos de ese Justin que, a veces, parece intimidado por la energía de sus seguidores y da un paso atrás.

La velada fue un éxito total para los asistentes jóvenes: "Ha sido genial, ha bailado un montón", gritaba Elena. Algunos adultos no compartían su opinión. El padre de Alba parecía sorprendido: "'Si no transmite nada! A este le hace falta un buen sopapo para despertar". Un poco más allá, Mari Carmen, madre de Elsa, parecía de acuerdo: "Es un sosaina".