
La mayoría de las casas (especialmente las antiguas) utiliza calefacción por elementos independientes; es decir, aquellos sistemas que no vienen con la vivienda. De todos ellos, los más baratos son los radiadores y las estufas que, con un precio inferior a los 100 euros, pueden servir de calefacción en los climas templados. Sin embargo, su alto consumo y sus bajos niveles de seguridad y eficiencia los hacen también los menos aconsejables.
Caros, pero rentables
Uno de los sistemas más recomendable es el de acumuladores eléctricos. Aunque son más caros (unos 1.500 euros), estos sistemas almacenan calor durante la noche (aprovechando la tarifa reducida) para ‘soltarlo’ a lo largo del día. Otra forma de ahorrar es la bomba de calor, que por unos 1.200 euros mantiene una temperatura ideal durante todo el año: es calefacción en invierno y aire acondicionado en verano.
Por otro lado, cada vez está más de moda el gas natural, gracias a la gran implantación de conducciones. Además, es un sistema mucho más seguro que el butano y no contamina. Es importante que la caldera tenga una categoría de cuatro estrellas, lo que asegurará la máxima eficiencia energética.
Sólo un 10% de las casas tienen una instalación centralizada. Aunque están perdiendo terreno frente a las individuales, estas calderas tienen un mayor rendimiento y su consumo de energía es, por tanto, menor.
Sea cual sea el sistema de calefacción del edificio, la ley obliga a pasar una inspección anual para asegurar la eficiencia y la seguridad. Esta revisión correrá a cargo de la empresa instaladora.
Elegir con cabeza
Para elegir bien el tipo de calefacción, lo primero es pensar en las características de la vivienda. Así, si se encuentra en una zona fría, se debe elegir un sistema que mantenga el calor constantemente, mientras que si está en una zona cálida, bastará con poder calentarla de forma puntual. Además, hay que tener en cuenta las dimensiones de la casa, su orientación y su uso, así como el espacio con el que contamos para instalar la calefacción y la existencia o no de un sistema anterior. También hay que pensar en el desembolso económico que supondrá y en el tiempo que se tardará en amortizar la inversión.
Trucos para ahorrar energía
Tiempo: Si no hace demasiado frío, basta con encender la calefacción durante el día. Por la noche, el calor acumulado será suficiente.
Temperatura: La regulación en 20 0C es suficiente para mantener el confort. Cada grado más supone un aumento del 7% en el consumo.
Puesta a punto: El aire acumulado en los radiadores dificulta la transmisión del calor. Es importante purgarlo al inicio de la temporada.
Estancias vacías: Cerrar las llaves en las habitaciones vacías reduce entre el 5 y el 10% el consumo.
Persianas: Sirven de aislante del exterior. Durante el día hay que mantenerlas subidas para que el Sol aporte luz y calor. De noche, bájelas para no perder temperatura.
Ventilación: Diez minutos son suficientes para ventilar una estancia.
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