La Corporación pamplonesa ha visitado este viernes el cauce del Arga a la altura del Puente de Curtidores, un espacio que desde hoy se llamará el Soto de las Lavanderas, en reconocimiento al trabajo que en ese espacio realizaban las lavanderas, uno de los oficios más habituales entre las mujeres durante el siglo XIX y principios del siglo XX, también uno de los más duros. El cambio de denominación ha sido recogido en un poste informativo con una placa conmemorativa que desde ahora informará al paseante.

Este ha sido el último hito en un paseo monográfico guiado que se iniciaba a las 11 horas en la Plaza de San José y que recorría Navarrería, Mercaderes, plaza Consistorial y, por Santo Domingo, accedía al puente de curtidores. La encargada de dar las explicaciones sobre el recorrido ha sido Silvia Fernández, presidenta de IPES Elkartea y responsable del Área de Mujeres y Feminismos y del Centro de Documentación de Mujeres de esa asociación.

En el paseo la guía ha trasmitido a la corporación y a representantes de asociaciones una forma de recorrer la ciudad desde el punto de vista de las mujeres, conociendo su historia y biografía y poniendo de manifiesto, en definitiva, que es necesario y factible visibilizar también a las pamplonesas.

Estos actos han constituido el refrendo institucional del Día Internacional de las Mujeres que se celebra este viernes, 8 de marzo y se enmarcan dentro de un programa municipal de actividades que comenzó el pasado 5 de marzo y culminará el próximo lunes. El consistorio ha repartido entre las personas participantes un punto de lectura -recordatorio con la foto de las lavanderas- del que ha editado 300 ejemplares.

El soto de las lavanderas

Según ha informado el Ayuntamiento en un comunicado, con este nombre comienza a hacerse efectivo el compromiso municipal de usar el criterio de igualdad a la hora de nombrar calles, espacios, lugares y edificios de la ciudad, para visibilizar los méritos y las aportaciones de ellas a Pamplona.

En concreto se ha escogido este lugar por su importancia y simbolismo desde el punto de vista de la historia de las mujeres. En este espacio, a lo largo de los diversos lavaderos situados a orillas del río Arga, las mujeres en muchos casos con ayuda de sus hijas pequeñas, lavaban la ropa, arrodilladas sobre un saco vacío doblado dentro de una caja de sardinas y luego la colgaban en los tendederos, pagando una ochena por cada tramo de tendedero que utilizaban.

Estos lavaderos constituían uno de los pocos espacios públicos de encuentro para las mujeres, que se convertían, además, en algo más que un remedio para olvidar las dobles jornadas de trabajo.

A lo largo del siglo XX, con la llegada del agua corriente a las casas de Pamplona, las lavanderas fueron perdiendo importancia como sector de trabajo y como grupo social. Para muchas mujeres esto supuso la pérdida de una oportunidad de empleo pero también abandonar un espacio de encuentro, comunicación y ayuda mutua.

Dos elementos de recordatorio

Para recordar a estas mujeres y visibilizar su contribución a la vida de la ciudad el Ayuntamiento ha realizado dos elementos informativos. Por un lado el poste de 2,20 x 0,70 metros en el que está impresa una fotografía y un texto conmemorativos, que desde ahora informarán del origen del nombre de esta parte de la ciudad.

Por otro, el Consistorio ha editado un marcapáginas que recoge la celebración internacional y la misma imagen que reproduce el poste de las lavanderas, una fotografía de J. Altadill fechada en 1895, que pertenece a la Colección Arazuri, dentro del Archivo Municipal de Pamplona. De ese marcapáginas se han editado 300 ejemplares que serán distribuidos entre las asociaciones vecinales y de mujeres que han intervenido en el proceso participativo llevado a cabo para visibilizar a las mujeres en la ciudad.

El primer recorrido de un proyecto abierto

El acto se iniciaba con una visita guiada. Un recorrido que arrancaba en la plaza de San José, donde desde finales del siglo XIX estuvo la Escuela Normal, una escuela de la que salieron formadas mujeres que serían después muy conocidas, como María Viscarret, Julia Fernández Zabaleta y Catalina Alastuey, también maestras, que impulsarán la creación de la primera ikastola de Pamplona en 1932. Tras la plazuela, la visita ha transcurrido por distintos espacios céntricos del Casco Antiguo.