Hessel, el pensador que insipiró al movimiento de los indignados

  • Fallece a los 95 años el pensador franco alemán Stephane Hessel.
  • De familias adinerada, creció rodeado de artistas y tuvo una educación elitista.
  • Combatió a los nazis y sobrevivió a un campo de concentración.
  • Era el último padre vivo de la Declaración de los Derechos Humanos de 1948.
  • Alcanzó fama mundial en 2010 con la publicación del libro ¡Indignaos!
Stéphane Hessel, autor francés del libro 'Indignaos'.
Stéphane Hessel, autor francés del libro 'Indignaos'.
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Stéphane Hessel, autor francés del libro 'Indignaos'.

Un encendido alegato contra la indiferencia escrito cuando rebasaba los 90 años, y con el título de ¡Indignaos!, convirtió a Stéphane Hessel (Berlín 1917- Francia 2013) en el pensador de referencia del 15-M español, primero, y del movimiento de los indignados a nivel internacional, después.

Hessel abogaba en su obra más popular por la movilización para conseguir, no el mejor de los mundos, sino un mundo viable, y animaba a los jóvenes a resistir ante las "cosas escandalosas" que pasan en las sociedades contemporáneas.

El éxito del mensaje de ¡Indignaos! —que lleva vendidos más de 4 millones de ejemplares en cien países— radica en que es "en positivo, una llamada pacífica a la respuesta activa, a posicionarse ante una dura realidad para actuar, lo que expresa un voto de confianza en uno mismo y en el futuro", tal y como explicaba su editor español Ramón Perelló. Además, Perelló también sugería que la fuente de la que emanaba dicho mensaje también era relevante, destacando de Hessel  "su capacidad de convicción, su intensa vida y su enorme credibilidad".

Ferviente defensor de la democracia social

Antes de animar a los ciudadanos a que se indignasen, Hessel formó parte de la resistencia francesa contra los nazis durante la II Guerra Mundial, fue torturado por la Gestapo y recluido en tres campos de concentración y fue uno de los redactores de la Declaración Universal de los Derechos Humanos en 1948.

Tras el éxito de ¡Indignaos!, Hessel publicó una conversación con el escritor y activista social Gilles Vanderpooten que lleva por título ¡Comprometeos! No basta con indignarse (Destino).  En ella, el autor destacaba que "comprometerse significa abrirse al mundo que nos rodea. Supone decidir, contra el determinismo histórico, que existe algo que inventar. Es lo contrario del derrotismo y de la resignación".

Su teoría defiende pasar de la reflexión al compromiso práctico. El escritor francés aconseja alejarse del pensamiento productivista basado en el "cada vez más" y acercarse a un enriquecimiento cultural, espiritual y ético. "Hay que cuidar que lo local y lo global estén en equilibrio. La visión del mundo de mañana como un mundo más justo, más sabio, no pude ser sino global. Ahora bien, la realización y la acción que contribuyan a un mundo semejante sólo pueden ser locales", defendía.

Hessel creía que la democracia debía "permitir a todos llevar una vida digna y si los gobiernos no escuchan al 'demos' (pueblo) falla algo". Conocedor del entusiasmo con su obra del movimiento 15-M, en una visita a España se mostró satisfecho y arengó a los jóvenes a exigir que los gobiernos escuchen al pueblo, advirtiendo de que "el camino no será fácil", que hará falta "paciencia, confianza y valor" porque "las fuerzas económicas son muy listas y al final terminan enredándote".

En España de Hessel se han editado, además de ¡Indignaos! y ¡Comprometeos!, ¡Mi baile con el siglo!, ¡El camino de las esperanza! y ¡En resumen, o casi!, donde el agitador de conciencias aborda los temas de la indignación y sus límites, la compasión, el amor, la admiración, la resiliencia, la reivindicación de la dignidad, la fuerza de las palabras, el compromiso político o la democracia para transmitir a las nuevas generaciones que es preciso luchar a diario por recuperar la dignidad y por construir las bases de un futuro común más justo y accesible para todos.

En ¡Mi baile con el siglo! explica que la pasión por la poesía le salvó varias veces en su vida, sobre todo en el campo de concentración nazi al que sobrevivió. Dicha pasión le fue inoculada por su madre, Helen Grund, una berlinesa "excepcional" que vivió rodeada de pintores e intelectuales y tuvo una "enorme influencia" sobre él, no en vano la considera su "ángel guardián". Su padre, Franz Hessel, un escritor judío alemán que le inculcó su "gusto por el politeísmo.

Creció rodeado de artistas y combatió el nazismo

Ambos progenitores eran de familias adineradas y formaron con el artista francés Marcel Duchamp (amigo de Franz y amante de Helen) el célebre trío reflejado en la película Jules et Jim (1962), de François Truffaut, una de las joyas de la Nouvelle vague.

A sus padres debía la "suerte", una constante en su vida, de haber recibido una educación elitista en Francia, donde llegó con apenas siete años, y poder adquirir a los 20 la nacionalidad francesa. En Francia, Hessel entró en contacto con Apollinaire, Baudelaire, Goethe o Rimbaud, con los que se infectó del virus de la poesía que le acompañó el resto de sus días.

En sus años de escuela en el colegio alsaciano de París conoció también a André Breton o Pablo Picasso y posteriormente ingresó en la Escuela Normal Superior que le auguraba una carrera en la administración pública. En 1937 obtuvo la nacionalidad y dos años más tarde fue llamado a las armas ante el ataque alemán.

Consideraba una suerte haber podido luchar contra los nazis en las filas de la Resistencia, en los círculos más próximos al general De Gaulle: "Luché contra Hitler y fui yo quien ganó", decía. En 1944 regresó a Francia, donde fue detenido por la Gestapo y deportado al campo de concentración de Buchenwald.

Allí dio esquinazo a la muerte al cambiar su identidad con la de otro deportado fallecido de tifus, lo que le hizo salvarse de la horca. Varias tentativas de fuga y el paso por diversos campos de concentración se saldaron con una evasión del tren que le trasladaba a Bergen-Belsen.

El destino le volvió a sonreír cuando entró, con apenas 28 años, en Naciones Unidas, la organización "más importante, gracias a la cual no ha habido una tercera guerra mundial", asegura. Hasta este miércoles era el último "padre" vivo de la Declaración de Derechos Humanos, que esta está ahí "para indicarnos el camino", decía.

En su última obra Déclarons la paix! , publicada en Francia, dialoga en 48 páginas, con el Dalai Lama sobre la manera en qué se puede hacer cesar la intolerancia y la violencia que están "desgarrando" el siglo XXI, que incluye un llamamiento, entre otros, a la reforma de las Naciones Unidas.

Gracias a ¡Indignaos!, Hessel recorrió el mundo proclamando su idea de una insurrección pacífica por un mundo mejor, proclamando que los grandes retos eran la creciente desigualdad entre ricos y pobres y la salud del planeta. Hace un año la salud del propio Hessel se resintió y el autor tuvo que recluirse  "muy cansado" en Francia por prescripción médica. Este miércoles fallecía, dejando un legado calificado por sus seguidores de "visionario y lúcido" que sigue movilizando en España a la juventud.

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