Eso sí, dos bares, uno de ellos en el centro social, «que construyeron los vecinos», explica Montse tras la barra. El local sirve tanto como iglesia como lugar de esparcimiento. Cartas los mayores, futbolín los jóvenes. «A los niños no les puedes dejar solos», apunta Montse, «llevamos dos años pidiendo aceras». Y algo más.
El médico y el colegio están en A Coruña y hay que ir en un bus «que pasa cada hora, como lo pierdas toca esperar». Un barrio, eso sí, «tranquilo», pero en el que «no hay calles, es Bens para todos», como dice Lola.
Una playa en la que nadie se baña
Bens tiene playa, se puede mirar, pero los vecinos prefieren limitarse a eso. A su orilla llegan los restos de desperdicios que emite la depuradora cercana. La vista no engaña, el olor tampoco.
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