Los clientes del restaurante de las supuestas escuchas: "Por favor, una mesa sin micrófono"

  • El restaurante La Camarga trata de volver a la normalidad tras saberse que hubo presuntas escuchas en el local del Eixample.
  • La propietaria del establecimiento encargó un "barrido" para demostrar que no hay micrófonos ni cámaras, excepto las de seguridad.
  • El comedor está muy frecuentado por políticos de todos los partidos y empresarios.
La fachada del restaurante La Camarga, en el Eixample de Barcelona.
La fachada del restaurante La Camarga, en el Eixample de Barcelona.
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La fachada del restaurante La Camarga, en el Eixample de Barcelona.

"Por favor, una mesa sin micrófono". Esta es la broma más habitual que hacen estos días los clientes habituales del restaurante barcelonés La Camarga a los camareros del local, en cuyas mesas, meticulosamente dispuestas con sus cubiertos, servilletas y copas, no hay rastro de ningún adorno floral.

En este reconocido restaurante, situado en el número 117 de la calle Aribau y que dispone de siete comedores privados -grandes y pequeños-, fue donde el 7 de julio de 2010 la presidenta del PP de Cataluña, Alicia Sánchez Camacho, escuchó la confesión de la exnovia de Jordi Pujol Ferrusola, Victoria Álvarez, de que su expareja manejaba extrañamente mucho dinero en Andorra y Londres.

Las revelaciones periodísticas de que aquella conversación fue grabada por un micrófono oculto, supuestamente colocado por una agencia de detectives en un adorno floral de la mesa, ha situado a este restaurante en el foco mediático y en el imaginario colectivo como escenario de una novela de John Le Carré.

Este viernes al mediodía, cuatro cámaras de televisión y media docena de reporteros hacían guardia en la puerta del restaurante e intentaban interrogar a los clientes que entraban y salían sobre su opinión de este caso de presunto espionaje político. La directora del restaurante, Irene Vidal, lamenta toda esta situación y se ve una "víctima más" de todo este asunto.

"Yo sólo quiero hacer tranquilamente lo que he hecho toda la vida, servir comidas a mis clientes", ha explicado Vidal sin perder la amabilidad pese a verse inmersa en una vorágine mediática que -asegura- le está perjudicando. "Tranquila Irene, paciencia, mucha paciencia", le ha aconsejado hoy un veterano cliente, que le ha dado dos besos de propina tras pagar la cuenta y ver aliviado que ya no quedaban periodistas en la puerta del restaurante, frecuentado habitualmente por políticos de todos los partidos, empresarios y profesionales diversos.

Demostrando que no hay micros

Irene Vidal, que es la hija de Gloria Blanco, la creadora del conocido restaurante Sant Remy y primera mujer en España que obtuvo una estrella Michelín, sigue dudando que alguien haya podido poner un micrófono en una de sus mesas durante un mes, como publican algunos medios, el pasado miércoles encargó un "barrido" en su restaurante que descartó que haya algún dispositivo oculto.

Cuando entras en La Camarga, nombre que ideó su madre, agradecida porque fue en Montpellier (Francia) donde se curó de un cáncer de mama, dos cámaras de seguridad, como las que hay en casi todos los establecimientos, apuntan a la recepción y a la caja registradora. En el comedor principal, rodeado de sofás marrones y unas lámparas rojas que contrastan con el blanco de las paredes y ocupado hoy en tres cuartas partes, medio centenar de personas degustan los platos de la carta del restaurante, que el viernes no sirve menú.

La mayoría son clientes habituales, la media de edad supera los 50 años y todos charlan de sus cosas, aparentemente sin temor a ninguna escucha, mientras Irene Vidal y sus camareros, elegantemente vestidos con corbata y chalecos negros, sirven con eficacia los apetitosos platos que prepara el chef Luis Balandrón. En una mesa, dos hombres con bigote y aspecto de dedicarse a los negocios comparten arroz, buen vino y una conversación sobre la deuda de los países extranjeros, las maldades de los periodistas que les han "asaltado" al entrar y unas vacaciones en Sudáfrica.

"Por favor, ¿me trae la cuenta?. "Pan 1,90; Ensalada tibia de queso brie al aceite de piñones, 7,90; Calamares rellenos de rape, 12,90; Agua, 1,90; una infusión de poleo-menta, 1,90. Total, 26,50".

Irene Vidal, realzada su esbeltez por unos elevados tacones, entra en el comedor con un pastel de chocolate y dos velas con el número 23. Lo lleva a una mesa donde comen una pareja y la que parece ser su hija. La chica que celebra su aniversario se ruboriza y propone hacer una foto al pastel con el móvil. Irene se ofrece a hacer la foto con los tres, en una escena que ha quedado grabada para la posteridad. Eso sí, con el permiso de los comensales.

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