Eulàlia Grau (Terrassa, 1946) aborda temas que cuarenta años después siguen levantando ampollas. A lo largo de su carrera ha combinado la vanguardia y el activismo en collages y carteles que denuncian la corrupción, la especulación inmobiliaria, la explotación laboral, los estereotipos adjudicados a la mujer y la capacidad de los medios de comunicación para ofrecer una determinada imagen del mundo. Los documentos gráficos, con alguna mínima actualización, podrían ser comentarios sobre la actualidad.
El Museo d'Art Contemporani de Barcelona (Macba) alberga hasta el 26 de mayo Nunca he pintado ángeles dorados, la primera exposición monográfica de Grau, artista contestataria que elaboró el grueso de su obra durante los años setenta y ochenta y se valió siempre de la aparentemente sencilla combinación de recortes de prensa para expresar críticas amargas y ácidas de la realidad del momento.
El centro catalán recupera los testimonios de la autora con una completa recopilación de casi cien trabajos —muchos inéditos— que ahondan en el funcionamiento de la sociedad, las escalas de valores, la represión, el consumo y la violencia.
El presidente de los EE UU y un obrero andaluz en paro
En una de las telas de la serie Etnografies (1972-1974) sitúa al prisionero de un campo de concentración de pie sobre una mesa llena de manjares y en medio del pasillo de un lujoso avión. En el proyecto Inventemos también nosotros (1976) contrapone la imagen del presidente de los EE UU Jimmy Carter y su familia —pletóricos y rodeados de guardaespaldas— junto a la familia de Diego Navarro, obrero andaluz y en paro que tras tomar parte en una manifestación fue enviado a prisión, donde se suicidó. Los organizadores de la muestra destacan el modo en que Grau "enuncia y denuncia la realidad" y establece "un mosaico de situaciones reales", muy diferentes entre sí y que sin embargo coexisten en un sistema social, económico y cultural.
Todas las obras comienzan y terminan con las fotografías que ilustran las noticias de prensa, accesibles a cualquiera, tan chocantes como habituales en la colección de estímulos diarios y que, según la artista, capturan "un fragmento único de la realidad" en medio del cambio permanente. Las telas emulsionadas y las serigrafías, los pósters y los collages sirven de superficie para visiones conflictivas e incómodas.
'Me gustaría morir en un lugar donde nadie me viera. María'
La novia vestida de blanco se dirige ya hacia el fregadero de la cocina, dos hombre y dos mujeres de la alta sociedad se sientan sobre un murete que se funde con una escena de guerra, la imagen de un grupo de fotógrafos deseosos de captar una instantánea descansa sobre otra foto de ataúdes en fila exhibiendo cuerpos.
Con una colección que denuncia la tiranía del capital, la instrumentalización del ser humano y las groseras diferencias sociales, el recorrido de la muestra (dominado por trabajos de décadas pasadas) también incluye una obra reciente de la autora. Me gustaría morir en un lugar donde nadie me viera. María, creada por Grau entre los años 2011 y 2012, ilustra con una proyección de fotografías los casos actuales de corrupción política y financiera, entre ellos Gürtel, Nóos y Millet.
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