El problema, dicen los ciudadanos, es todavía más grave por ser este barrio una de las dos Zonas 30 que existen en la ciudad, junto a Adormideras. «Nadie baja la aguja del cuentakilómetros, o al menos, muy pocos respetan los límites que se marcan para estos viales desde principios de este año», destacan los vecinos.

La celebración de estas carreras no tiene ni hora ni día fijo, pero son más frecuentes los fines de semana y por las noches. En cambio, en el barrio de Mesoiro ya no se cortan. En pleno día e incluso los domingos por la mañana varios grupos de jóvenes se citan en esta nueva urbanización para quemar rueda y gasolina en las rotondas. «Ha ido a peor y ahora no hay quien los detenga», denuncian los vecinos.

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Con la Policía echarían el freno

Tanto los vecinos de Los Rosales como los de Mesoiro creen que un aumento de la vigilancia policial solucionaría el desenfreno de estos fitipaldis. Pero también reconocen que es muy difícil controlarlos. «Está claro que cuando viene la Policía Local por el barrio no hay ningún problema, pero los de las motos también saben cuándo venir», dicen los residentes. Este problema, con difícil solución, les preocupa mucho. «Necesitamos más seguridad», reclaman.