García-Alix muestra su "desnudo radical" en "Autorretrato"

  • El fotógrafo leonés de los tatuajes, las motos, las drogas, las tribus urbanas y la disolución publica una crónica vital basada en más de 150 fotos de sí mismo.
  • Se define como un "rabioso exhibicionista de mi tiempo y mi angustia".
  • El tomo, editado por La Fábrica, resume 30 años de carrera.
Un autorretrato de Alberto García-Alix en 1978, en el inicio de su carrera
Un autorretrato de Alberto García-Alix en 1978, en el inicio de su carrera
© Alberto García-Alix / La Fábrica
Un autorretrato de Alberto García-Alix en 1978, en el inicio de su carrera

"Hace décadas que perdí a golpes mi primitiva e ingenua creencia en lo pacífico de la imagen. Ahora sé que su violencia es mayor que su capacidad redentora y sé que hay algo masoquista y cruel en mi insistencia en verme, pues me ha convertido en un rabioso exhibicionista de mi tiempo y mi angustia. Pero no deja de ser un ejercicio de vitalidad y el motivo o la causa para alejar, aunque solo sea por un instante, mi intenso miedo".

Las declaraciones de Alberto García-Alix (León, 1956), distribuidas por los editores de su último libro, Autorretrato, indican ante qué tipo de obra nos encontramos: un "desnudo radical" que resume tres décadas de carrera de uno de los fotógrafos más conocidos de su generación y más celebrados por las instituciones —obtuvo en 1999 el Premio Nacional de Fotografía y en 2012 el PHotoEspaña—, un cronista de la disolución y el dolor que se define como un "rabioso exhibicionista de mi tiempo y mi angustia".

Un gran autorretrato

Recién editado por La Fábrica en coincidencia con la exposición de 70 de los autorretratos en La Virreina Centre de la Imatge de Barcelona —hasta el 5 de mayo—, el tomo contiene más de 150 fotos, algunas de ellas inéditas. Desde la que abre el libro, Mi barrio (1986), hasta Primavera en París (2003), que lo cierra, la selección pretende resumir la esencia del fotógrafo, en cuya obra, que puede definirse como un gran autorretrato, es difícil encontrar piezas que no sean intensamente autorreferenciales.

Pero, como advierten los editores, "mucho más allá de la mera fotografía de sí mismo, García-Alix desvela su evolución personal". En palabras del fotógrafo: "Retraté mis posesiones, mis vicios y las esquinas de calles por las que me moví porque quería elevarlas a la altura de una épica. La vanidad del exceso, su gloria y sus heridas, condujeron mi mirada. Buscaba un lirismo visual sujeto a mi febril acontecer diario. Un territorio virgen donde imponerme y manifestar mi identidad, sin más sentido que alimentar mi deseo libertario de ser y de ver".

"Con el corazón en un puño"

En un texto titulado Escondido en mi miedo, García-Alix explica cómo a través de la fotografía busca verbalizar "con el corazón en un puño" la mirada. Durante toda su carrera fotográfica, audiovisual y escrita, ha trabajado en una dimensión emocional que convierte todo su trabajo, mirado en conjunto, en un autorretrato expandido. El libro permite acercarnos a la comprensión de una parte clave de su obra, marcada por el carácter autobiográfico y por el esfuerzo constante de mirarse, de encontrarse consigo mismo a través del ejercicio fotográfico.

Sin educación técnica, pero con un apasionamiento sin límites, García-Alix empezó a hacer fotos en 1976. Cuando llegó a Madrid se dedicó a retratar los bordes y el corazón de la eclosión que, una vez institucionalizada, se llamo Movida. "Aunque no tenía ni puta idea, me sentía poderoso con la cámara. Poderoso no por talento, sino por individualidad; yo decido cómo, y dónde, y porqué, y qué veo", declaró en una reciente entrevista.

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