La Fiscalía pide cuatro años y nueve meses de prisión para un hombre por asaltar con intención sexual a dos mujeres

La defensa pidió su excarcelación para que reciba tratamiento psicológico argumentando que no hubo ánimo lúbrico en los hechos

La Fiscalía ha solicitado cuatro años y nueve meses de prisión para un hombre acusado de haber abordado a dos mujeres vecinas de Cangas (Pontevedra) con intención de agredirlas sexualmente. Aunque la petición inicial de condena ascendía a siete años y seis meses de cárcel, el Ministerio Fiscal reconoció que al acusado se le ha diagnosticado un "retraso mental leve", si bien "no le impidió conservar la capacidad para comprender la ilicitud de los hechos y actuar conforme esa comprensión más que de modo muy leve".

Durante el juicio celebrado en la Sección Cuarta de la Audiencia Provincia de Pontevedra, el acusado, R.C.C., reconoció que había asaltado a dos mujeres mayores; la primera, el 28 de enero de 2011 sobre las 19.20 horas en un camino del municipio de Cangas y la segunda, el 23 de marzo de ese mismo año en el portal de un edificio de esa localidad. En el primer caso, ha dicho que actuó así movido por un "pensamiento", y en el segundo, porque escuchó dentro de su cabeza la voz de "un hombre mayor" que le dijo que lo hiciera.

La víctima de la primera agresión explicó que el acusado, tapado con un pasamontañas, se le echó encima y la tumbó en el suelo, le levantó la falda, le bajó la faja y le tocó la zona genital mientras ella gritaba pidiendo ayuda y trataba de defenderse dando patadas. La mujer, que se negó a dirigirse al acusado cuando el fiscal y el magistrado le pidieron que lo mirara para verificar si le reconocía, se echó a llorar al recordar que el agresor se marchó porque una vecina y los hijos de ésta llegaron al lugar. Desde entonces, la víctima no ha vuelto a transitar por la zona debido al "trauma" sufrido.

La segunda mujer asaltada explicó que acababa de entrar en el portal del edificio donde reside cuando un hombre que ya se encontraba en el interior -el acusado, sin embargo, declaró haberla seguido y entrar detrás de ella- la asaltó a cara descubierta, le giró la cabeza y la tocó por la parte interior de la pierna. Sus gritos hicieron que el agresor huyese mientras la mujer le recriminaba su acción. La víctima, que se acercó al acusado pero no le reconoció, concluyó su declaración afirmando que el autor de la agresión "está mal psicológicamente".

El tribunal leyó la declaración de un testigo vecino de esta mujer, que persiguió al agresor, forcejeó con él cuando le alcanzó, y le retuvo hasta que llegó la Guardia Civil, que detuvo al hombre y acompañó hasta un centro médico a la víctima, que sangraba por un dedo.

Prueba pericial

Además del médico forense que testificó sobre el estado físico de las víctimas, en el juicio declararon otros seis peritos para aportar sus conclusiones sobre la salud mental del acusado. Todos coincidieron en apreciar que presenta un déficit mental leve, si bien discreparon sobre la existencia de rasgos psicóticos. Ni la psiquiatra del centro penitenciario de A Lama, donde el acusado cumple prisión preventiva desde su detención en marzo de 2011; ni la doctora que le entrevistó en enero de 2012, observaron síntomas de psicosis; como tampoco la que optó por no ingresarle en un hospital psiquiátrico cuando fue requerida por el juzgado de guardia.

Por contra, otros tres peritos expusieron que el acusado tiene rasgos de personalidad esquizotípica y, desde su estancia en prisión, sufre síntomas de ansiedad y depresión. El psicólogo que ya había atendido al acusado siendo niño y adolescente para corregirle un trastorno de mutismo selectivo, concluyó que R.C.C. tenía un trastorno disociativo de la personalidad consistente en "hacer cosas en las que no se reconoce, al margen del control central" y que, "si es muy severo, puede llegar a la psicosis".

Medicado desde la infancia

Otro psicólogo explicó que el comportamiento del acusado respondió a un "brote psicótico" y, en cuanto a los hechos, los calificó de "tocamientos", argumentando que el encausado "sabe que es una extralimitación" pero "sin deseos de acceder a la persona". En su declaración, llegó a relacionar la acción del acusado de tocar las piernas de las víctimas, con el hecho de que éste había vivido "cogido a las faldas de su madre", a la que estaba muy unido. También añadió que desde la infancia había sido medicado con "fármacos poderosos" que siguió tomando hasta un tiempo antes de las agresiones por las que ha sido juzgado.

El fiscal criticó la "arbitrariedad" de la defensa en su intento por "cuestionar" el testimonio de la primera víctima, y destacó especialmente la "insostenibilidad y falta de fundamento" del psicólogo al atribuir el comportamiento del acusado a una "compulsión freudiana". Por su parte, la defensa rechazó la tipificación de agresión sexual y replicó que "no hubo ánimo lúbrico" en sus acciones, por lo que "no es ningún delincuente sexual sino una persona con problemas serios". En este sentido, recalcó que "no es en A Lama donde debe estar", argumentando que los trabajadores del centro penitenciario "han recomendado su deriva a un centro de día".

La fiscalía también incluyó en su petición de condena cinco años de alejamiento de las víctimas, a las que el acusado pidió "disculpas" en su alegato final.

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