Calor despilfarrado. En mi edificio la caldera de carbón se enciende el 15 de octubre y termina en mayo, independientemente de la temperatura o condiciones climáticas del exterior. Es decir, con los radiadores cerrados y las ventanas abiertas, en mi casa es difícil bajar de 26 grados; vamos, lo que se dice ‘calor de hogar’. Llevo años proponiendo una regulación acorde con las temperaturas del exterior, pero nada. Eso sí, todas las ventanas del edificio abiertas: somos tan chulos que tiramos el dinero por la ventana. Y de paso contribuimos al deterioro del medio. Salva (Madrid)
Insoportable. Mi vecino de arriba debe de tener el parqué hecho un desastre y a las seis de la mañana, cuando se levantan, hacen un ruido tal que no puedo pegar ojo. Arrastran muebles y tienen un perro que se pasa casi todo el día ladrando, además de tirar todo tipo de porquería por la ventana. Y cuando les he llamado la atención, me han dicho que elija yo por qué ventana quiero que me tiren la basura. Me siento impotente. Faustino (Valencia)
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