La salud en el aire: los males que nos afectan cuando volamos

  • El 'jet lag' ocurre porque el organismo intenta mantener los ritmos horarios de origen cuando cambia a un país de distinta zona horaria.
  • El síndrome de la clase turista afecta en viajes largos con asientos estrechos.
  • Hay cefaleas propias del vuelo que se producen en el despegue y aterrizaje.
El interior de un avión.
El interior de un avión.
GTRES
El interior de un avión.

Volar no es algo natural para nuestro organismo. Como no lo es cambiar de uso horario con tanta rapidez o estar 8 horas sentado sin poder estirar las piernas. Por eso viajar en avión deja tantas repercusiones en el cuerpo, desde cefaleas, al jet lag, pasando por convulsiones epilépticas o el llamado 'síndrome de la clase turista'.

Cefaleas en vuelo

El doctor Samuel Díaz Insa, de la Sociedad Española de Neurología (SEN), explica que hay algunos dolores de cabeza específicos de los viajes en avión, conocidos como "cefaleas por vuelo de avión" que se producen en el despegue y sobre todo en el aterrizaje, y añade que "las personas con migrañas habituales son aún más propensas a desarrollar una crisis por lo que deberían tomar medidas preventivas antes de viajar".

"La exposición de los viajeros a cambios de presión atmosférica, produce variaciones en el flujo sanguíneo y en el nivel de oxígeno, lo que desencadena las cefaleas", explica el doctor.

El dichoso 'jet lag'

El jet lag es el más famoso de los quebraderos de cabeza para el viajero porque el organismo intenta mantener los ritmos horarios de origen cuando cambia a un país de distinta zona horaria. Para evitarlo el experto recomienda "al ir hacia el oeste prolongar más el día y cuando volvemos hacia el este dormir durante el vuelo".

Por lo general la descompensación horaria suele desaparecer en cuatro o cinco días y afortunadamente no todo el mundo lo padece pero, según Díaz Insa, "hay personas que pueden estar hasta un mes para recuperarse y adaptarse al nuevo horario".

Para evitar los dolores de cabeza, además de las recomendaciones generales, el neurólogo señala que es fundamental comer durante el viaje, de forma ligera, beber líquido, evitar las bebidas alcohólicas o carbonatadas y moverse.

Contra las presiones que pueden también provocar cefaleas, el doctor aconseja llevar a cabo movimientos de descompresión como abrir la boca bien varias veces o apretar la nariz e intentar respirar para destaponar los oídos.

Convulsiones epilépticas

Otro de los incidentes neurológicos más comunes durante el vuelo son las convulsiones epilépticas. Los neurólogos señalan que la gran mayoría de personas que sufren este ataque durante un viaje en avión no lo habían experimentado antes.

Según el doctor José Ángel Mauri Llerda, también de la Sociedad Española de Neurología, las crisis de este tipo se producen principalmente porque se ha olvidado tomar la medicación o porque se ha consumido alcohol o drogas.

Mauri Llerda aconseja ante un ataque durante un vuelo, no perder la calma, no mover al paciente del sitio en el que se encuentre, no introducirle nada en la boca y evitar, si es posible, que se golpee la cabeza.

Síndrome de la clase turista

La SEN también llama la atención sobre el síndrome de la clase turista y recomienda no pasar mucho tiempo en la misma posición sobre todo en vuelos largos; aunque sufrir un ictus isquémico es bastante inusual durante un vuelo, los pasajeros con factores de riesgo deben tener muy en cuenta esta recomendación.

El llamado síndrome de la clase turista, conocido en medicina como síndrome Antifosfolipido, es una trombosis venosa profunda o tromboembolia venosa, cuya forma más grave es la embolia pulmonar, que sucede cuando no hay una correcta circulación sanguínea de retorno al corazón.

El síndrome reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como un riesgo global, afecta a personas en viajes largos por aire o tierra, sobre todo en clase turista, con asientos estrechos que limitan la movilidad.

Se manifiesta con dolor, edema, coloración cutánea anormal y prominencia de las venas superficiales, entre otros síntomas, hasta alcanzar severos niveles de dificultad respiratoria, debido a trombosis surgidas en las extremidades inferiores y que bloquean las arterias pulmonares.

La aparición de coágulos o trombos en la vena femoral puede producirse cuando alguien permanece más de tres horas sentado en la misma posición, sin apenas moverse, dado el reducido espacio; pero la dolencia también puede darse en personas cuya profesión les obliga a conservar la misma postura bastante tiempo.

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