El bachillerato a distancia logra que los adultos hinquen codos

Es desconocido, pero en Euskadi hubo 1.465 matrículas en 2005. Así, el alumno saca el título desde casa y a su ritmo.
Estudie el bachillerato, a su ritmo, desde casa, con un tutor personal y sin límite de tiempo. Es posible, cuesta lo mismo que el bachiller estándar, pero casi nadie lo conoce. La opción la dan los tres institutos públicos de bachillerato a distancia que hay en Euskadi, que el curso pasado acogieron a 1.465 alumnos. Este año se espera una cifra similar, aunque aún no se conoce la definitiva, ya que la matrícula está abierta hasta el día 30 de diciembre.

El bachillerato a distancia está destinado  a quienes tengan 16 años en adelante que tienen empleo y a los mayores de 18. Esta modalidad da la posibilidad de matricularse en las asignaturas que uno quiere, no tiene límite de convocatorias y las materias aprobadas se mantienen aunque no se supere el curso académico.

El método es el siguiente: el alumno va a principio de curso y recibe todo el material docente de las asignaturas en las que se haya matriculado y un horario con las tutorías de los profesores. Estos últimos, a la hora convenida, están en el instituto a disposición del alumno para explicar lo más complicado y responder a las dudas. La comunicación también se hace vía e-mail.

Así, veinteañeros reenganchados al sistema educativo, amas de casa, deportistas o funcionarios con vistas a promocionar pasan cada año por el instituto de bachillerato a distancia de Vizcaya, situado en Arabella. «Ya hemos tenido a algún chaval del Athletic», confiesa Teresa Goikoetxea, directora del centro.

Dice que no hay que confiarse, que hay quien se matricula pensando que va a ser más fácil, y nada de eso. La mayoría de los alumnos dan el salto a la formación profesional tras superar el bachiller. «El porcentaje de éxito es elevado, pero todos los alumnos que piensan que esto está chupado y que no hay que estudiar fracasan», apunta Teresa Goikoetxea.

De un modo u otro, los alumnos se decantan por el itinerario de letras, que tras llevar unos añitos sin estudiar, es más fácil de retomar.

«Te entra el gusanillo»

«Tenía el cerebro oxidado, pero ya lo estoy liberando», bromea Amaia Fundazuri, que es funcionaria de 43 años y estudia en el bachiller a distancia para presentarse a una oposición que le exige el título para promocionar. Lleva cuatro años en el instituto y espera acabar este curso. Lo pasó mal con el inglés, disfrutó con historia y ahora le ha entrado el «gusanillo» y seguirá estudiando.

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