El empresario chino Gao Ping aseguró a su contable, cuando esta lo avisó de que podría ser investigado por sus actividades, que estaba preparado desde "hace tiempo" para el trato que fuera a dispensarle el Gobierno español. "No va a ser amable conmigo", aseguró, según una de las conversaciones registradas por la UDYCO contenidas en el sumario de la operación Emperador.

En dicha conversación, grabada el pasado 29 de mayo, la supuesta encargada de llevar la contabilidad del entramado mafioso, al que se investiga por blanqueo de capitales, contactó con el presunto cabecilla, Ping, después de una inspección de la Brigada de Extranjería de la Policía a una de las naves de la empresa ITC situada, en el Cobo Calleja de la localidad madrileña de Fuenlabrada.

La contable, Qiaoya, fue advertida a su vez por una de las trabajadoras de que había llegado la Policía "a pedir documentos". Llamó entonces a la mujer de Ping, Lizhen Yang, y a su jefe contable, Kay Yang.

En la grabación, además, la contable se muestra nerviosa porque vio un artículo en un periódico español fechado tres días antes que señalaba que Gao Ping era propietario de 13 empresas de ITC aunque, según aseguró la mujer al cuñado de Gao Ping en una de las conversaciones interceptadas, no mencionaba el hecho de que el empresario no se había "comprado el Masseratti".

A continuación telefoneó a su jefe para informarle de la inspección y le recomienda comprar tarjetas de residencia de varios ciudadanos chinos que van a regresar a su país para cambiar la titularidad de las mismas. "Sé que el Gobierno español no va a ser amable conmigo, y yo estoy preparado hace tiempo", contesta Ping levantando la voz, según consta en el informe policial.

A raíz de esta intervención, el gestor del entramado, Pedro Guzmán, fue llamado por la comisaría de la Avenida de los Poblados de Madrid, donde reveló la existencia de una "Oficina B" en una de las naves del polígono de Cobo Calleja de Fuenlabrada.

Dentro de esa nave estaba el "disco de oro" o las "verdaderas cuentas" de la trama, motivo que lleva a Qiaoya a llamar nuevamente a sus superiores, "apremiándoles a retirarse de esa oficina cuanto antes, haciendo desaparecer todo lo que hay en ella".

Según explica Quioya a Kay Yang, Guzmán había sido nuevamente citado pocos días después, y critica a su líder por "haber contratado tantos españoles en la empresa", a lo que su interlocutor responde que el asesor es un "inútil" y un "bocazas" y que debe ir acompañado por miembros de una asesoría de abogados "para evitar que no hable de lo que no se debe".

Kay Yang comenta la posibilidad de buscar dos pisos en Parla, al ser una localidad "donde hay muchos ciudadanos chinos" para poder pasar desapercibidos y, mientras, ofrece su almacén para trasladar toda la documentación.

La Policía resalta las medidas de seguridad que los mafiosos desarrollaban en su empresa, desde ordenar el borrado de todos los ordenadores una vez al mes a la instalación de cámaras, pasando por la obligación que tenían los empleados de llamar tres veces al timbre para diferenciarles de la posible llegada de agentes.