CIU, en el nombre de la patria

La carrera hacia el 1-N. Elecciones catalanas.
Los adversarios de Artur Mas le llaman soberbio y chulo, y hay que reconocer que un poco de eso hay en este hombre de 50 años que se cree el más preparado, el más listo, el mejor orador y hasta el más guapo de los candidatos que compiten por el sillón de la Generalitat de Cataluña.Si a eso se une un estilo y un lenguaje «provocador» (el entrecomillado es suyo), el resultado es ésta especie de torbellino en el que CiU ha convertido su campaña. Hoy lunes los servicios de prensa de Convergencia entregarán a los periodistas su agenda de actos con la siguiente carátula: «Falten dos dies per la victòria». ¿Prepotente? No. Prepotent.

Mas ha decidido jugársela y asumir riesgos, consciente de que se le ha presentado una oportunidad única con la que no hubiera podido soñar hace tres años cuando PSC, ERC e IC le mandaron a la oposición. El poder ha sido la argamasa con la que CiU se ha construido en 23 años de pujolismo y mantenerse alejado de él durante mucho tiempo es como el tabaco: muy perjudicial para su salud. Así que la derecha catalana ha decidido echar el resto: un millón de copias de su famoso vídeo contra el tripartito, cuñas, anuncios, banderolas, grupo musicales en los mítines y un autobús de prensa con asientos de cuero. ¿Será por dinero?

Es indudable que CIU ha llevado la iniciativa en todo momento. Primero fue el vídeo que ponía a caer de un burro a los integrantes del tripartito, sin reparar en que quizás tenga que entenderse con alguno de ellos; luego, la famosa visita al notario para jurar sobre la Biblia que no pactaría con el PP; y después, su polémica propuesta del carné por puntos para inmigrantes. Lo que toca ahora, que diría Pujol, es movilizar al electorado con el viejo argumento de yo o el caos, o CiU o el tripartito. Y echar cuentas.

«Vamos estupendamente. Estamos a punto de conseguir que el tripartito no sume los escaños suficientes para gobernar», aseguraba el diputado Jordi Jane mientras esperaba escuchar la confirmación por boca del gran líder en un acto del Foro de la Nueva Economía. Lo escuchó, aderezado con un guiño al PP bastante significativo: «Con el PP no se puede contar a efectos de gobernabilidad permanente (...) En este momento es imposible que el PP forme parte de manera estable y permanente del Gobierno de Cataluña».

¿Qué quiere decir eso? Pues que si se diera el caso de que el tripartito «no sumara», quienes sí lo harían serían CiU y PP juntos, y entonces –además de que Mas se arrancara algún mechón por el desliz del notario– no sería descartable que se tratara de embarcar a los populares en un acuerdo de gobernabilidad sin entrar en el Gobierno. Ésta es una de las posibilidades, la más remota. Lo probable es que CiU sea la fuerza más votada y con una significativa diferencia de escaños respecto al PSC, tal y como auguran algunas encuestas. Mas tiene la promesa de Zapatero de que, si esto sucede, los socialistas no reeditarían el tripartito, lo que permitiría a Convergencia gobernar con acuerdos puntuales con el resto de fuerzas al estilo del PSOE en 2004. ¿Es posible la sociovergencia? «Si estuviésemos como en Alemania, empatados, diríamos que no hay más remedio. Pero estamos en un punto en el que CiU puede gobernar en solitario», dice Mas.

Alguien que no sea de Cataluña y que no tenga al nacionalismo entre sus favoritos de Internet no dejaría de sorprenderse por el uso y el abuso que hace esta gente de la simbología y no entendería que ciertos mensajes puedan tener eco. Por ejemplo, si uno va a un mitin del PSOE se encontrará puños y rosas y, hace unos años, hasta hubiera oído La Internacional. Pero si el mitin es de CiU, verá ondear banderas catalanas y escuchará a Mas cantar Els segadors.

Mas suda identidad nacional. «CiU –dijo en un acto en Vic– es la casa grande y común del catalanismo» y se merece ser votada, no ya por cerrar el paso al tripartito, sino «por patriotismo». Algunas de sus referencias a la inmigración rechinarían en algunos oídos: «No podemos fiar el crecimiento de la población a las parejas que vienen de países extranjeros (...) Como catalanes, como fundadores de Cataluña –algo que, según el candidato ocurrió hace mil años– tenemos que conservar nuestra cultura y nuestra personalidad».

El otro gran mensaje tiene que ver con el prestigio de Cataluña, un bien inmaterial que, al parecer, sólo CiU es capaz de recuperar. ¿Cómo recuperar la imagen de Cataluña que Maragall ha empañado? «Lo primero es hacer las cosas bien desde Cataluña», dice Mas, pero no será suficiente porque los españoles guardan sentimientos atávicos –y no muy buenos– hacia los catalanes. «Esto no lo resolveremos haciéndonos los simpáticos». El objetivo es que Cataluña recupere el respeto, que vuelva a ser modelo para otros porque «nunca nos entenderán del todo». En esa tarea está Mas , un tipo muy preparado y muy guapo, pero que si esta vez tampoco gobierna, tendrá que pensar en jubilarse.

Y mañana ... 5. ICv

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