La película española de Mickey Rooney

88 años de carrera dan para mucho, y la trayectoria de Mickey Rooney es un buen ejemplo de ello: desde su debut en 1926 hasta su muerte el lunes 7 de marzo, el actor tuvo tiempo de formar una recordada pareja artística con Judy Garland, de ser nominado cuatro veces al Oscar, de volver a primer plano al borde de la sesentena gracias a El corcel negro (1979), y, en general, de hacer todo lo que cabe en una filmografía de 337 títulos entre películas (la última de ellas, Dr. Jekyll & Mr. Hyde, actualmente en rodaje) y series de TV. Ah, y por si esto fuera poco, Mickey Rooney también tuvo la ocasión de participar en un filme español. Una cinta ya de por sí extraña y llena de incidentes cuyo título fue La vida láctea.

"Contactamos con Mickey Rooney a través de su abogado, y recibimos la respuesta enseguida", explica Juan Estelrich Jr., el director de la película. Estelrich reconoce que él y el guionista Christopher Doherty (Bagdad Café) escribieron el rol protagonista de La vida láctea pensando en Rooney. Un papel éste cuya excentricidad dejaba en mantillas al señor Yunioshi de Desayuno con diamantes: en el filme, el actor encarna a Barry Reilly, un anciano millonario que, harto de los tejemanejes de su familia, decide regresar a la primera infancia y comportarse como un bebé. A fin de cumplir su propósito, Reilly ordena construir una cuna gigante, contrata a un ama de cría (la oronda actriz alemana Marianne Sagebrecht, habitual en las películas escritas por Doherty) y se pone los pañales de rigor. Como nos explica Estelrich Jr., para interpretar a este "viejo-bebé", nadie mejor que una antigua estrella juvenil que había debutado a los seis años de edad.

Además de por el renombre de su protagonista, y por argumento muy delirante, La vida láctea se ganó titulares en su momento debido a los problemas que padeció su rodaje, incluyendo la falta de dinero y los conflictos entre Cártel (la productora de Eduardo Campoy) y un Estelrich que se planteó retirar su nombre de los créditos. Ahora bien: aunque Rooney también tuvo desencuentros con el empresario ("No se llevaban bien", apunta el director) y a veces se mostraba "demasiado histriónico" delante de la cámara, su comportamiento durante el rodaje fue intachable. "Lo que más me fascinó es que tenía la capacidad de mantener un raccord perfecto entre toma y toma", explica el cineasta. "Pasábamos de un plano largo a un plano corto, por ejemplo, y él mantenía la misma expresión, los mismos movimientos... A la hora de montar las escenas, eso era una bendición".

"Yo sólo había visto tanta profesionalidad en Fernando Fernán Gómez", prosigue Juan Estelrich, matizando acto seguido que, mientras el actor de La lengua de las mariposas encaraba los rodajes "de una forma mucho más seria", Rooney "siempre estaba de buen humor" pese a su reputación de persona irascible. Durante las semanas que ambos pasaron juntos, el director no se hizo ilusiones acerca de por qué su estrella le había dado el sí ("Si aceptaba una película como la mía era por problemas económicos: había ganado muchísimo, pero también había gastado muchísimo"), pero ahora conserva recuerdos muy gratos de un señor que no sólo daba el callo, sino que también era una buena compañía detrás de las cámaras. "Sabía hacer de todo: cantar, bailar, tocar el piano...", nos cuenta. "A veces tocaba para nosotros canciones que había grabado con Judy Garland, y que tuvieron un éxito enorme. También era un buen conversador, y le gustaba mucho jugar al golf".

La vida láctea no fue precisamente un éxito en su momento, y permanece inédita en dvd. Por otra parte, Juan Estelrich (que no ha vuelto a rodar una película desde entonces) y Mickey Rooney apenas tuvieron relación después del rodaje: "Alguna vez hablé con él por teléfono", recuerda el director, "pero no pude ir a verle cuando le homenajearon en el Festival de San Sebastián [en 1994] y desde entonces perdimos el contacto". Estelrich, eso sí, todavía tiene en la memoria una frase que oyó decir a Rooney durante la producción: "Llevo tantos años en esto y he sido tan popular', decía, 'que los de Disney usaron mi nombre para bautizar a Mickey Mouse", recuerda el director. Y concluye: "Tal vez estuviese exagerando un poco".

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