Blahnik, premio nacional de moda: “Los hombres me dicen que he salvado sus matrimonios”

El diseñador de zapatos canario Manolo Blahnik.
El diseñador de zapatos canario Manolo Blahnik.
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El diseñador de zapatos canario Manolo Blahnik.

Elegantes, cómodos, lujosos, y, sobre todo, prestigiosos. Así son los 'manolos'; los ya míticos zapatos creados por el diseñador canario Manolo Blahnik y auténticas piezas de museo que visten los pies de famosas de medio mundo y han acompañado a los diseños de John Galliano, Calvin Klein y Oscar de la Renta en sus desfiles.

El talento del cotizado zapatero —unos manolos suelen costar entre 500 y 6.000 euros, aunque es posible encontrar alguna ganga por 100 euros— ha sido reconocido este miércoles con el Premio Nacional de Diseño de Moda 2012. En realidad este galardón es uno de los muchos que ha recibido Blahnik a nivel internacional, desde la Medalla de Oro al Mérito en Bellas Artes hasta la Orden del Imperio Británico (Commander of the British Empire) por su servicio a la industria de la moda británica. Sus méritos van, en realidad, mucho más lejos.

Objeto de deseo

Manolo Blahnik, de padre checo y madre española, nació en la isla de La Palma (Canarias) y creció junto a su hermana Evangelina en una plantación de plátanos, propiedad de la familia. "Bananas, el mar y nosotros... Era una especie de paraíso", recuerda el diseñador. La familia viajaba ocasionalmente a París y Madrid para encargar vestidos y trajes para la madre, muchos de ellos a Cristóbal Balenciaga. Estudió literatura y arquitectura en la Universidad de Génova y arte en la Universidad de Bellas Artes de París. Asegura que dedicarse a la moda fue algo a lo que llegó "por casualidad".

Vive actualmente en Londres, donde estableció su primera tienda, Zapata, después de que una editora de Vogue en Nueva York le comentara: "Por favor, haga zapatos". La fama de éstos le viene de lejos: Charlotte Rampling y Paloma Picasso fueron algunas de sus primeras incondicionales.

En 1974 Blahnik hizo historia junto a una gran amiga, Anjelica Huston, al convertirse en el primer hombre en protagonizar una portada de Vogue UK. En los ochenta, Diana de Gales le dedicó grandes elogios y Madonna afirmó que los manolos "son mejores que el sexo, y duran más.

Pero sin duda, la mujer que marcó un antes y un después en la popularidad de los manolos fue Sarah Jessica Parker o más bien su alter ego, Carrie Bradshow, en la serie Sexo en Nueva York. El personaje, que atesora estos zapatos como su pertenencia más preciada, forcejea con un ladrón en un episodio y suplica: "Llévate mi bolso Fendi, mi anillo y mi reloj, pero por favor no te lleves mis manolos".

Los manolos también han aparecido en otras series como Padre de familia y The Big Bang Theory, en una canción de Lady Gaga, en la saga Crepúsculo (son los zapatos con los que se casa Bella) y en el best-seller Cincuenta sombras de Grey, cuya protagonista también es fanática de las creaciones de Blahnik. Letizia Ortiz llevó unos manolos el día de su boda con el príncipe Felipe, por cortesía de Jaime de Marichalar, que se los compró como regalo de bodas, y desde entonces la princesa se cuenta entre su legión de admiradoras.

En la actualidad no hay famosa que se le resista: Jessica Biel, Katy Perry, Miranda Kerr, Jennifer Aniston, Rihanna, Katie Holmes, Diane Kruger, Blake Lively, Milla Jovovich, la famosa editora de Vogue, Anna Wintour y la it girl Olivia Palermo. Victoria Beckham calza con ellos a sus modelos en sus desfiles y asegura que lo primero que rescataría de su casa en llamas serían sus manolos.

Pero, ¿qué tiene estos zapatos para causar tanto furor?

Un artesano entregado

Inspirado en grandes damas como Isabel de Austria y Pauline Borghese; las pinturas de Velázquez, El Greco y Zurbarán; el trabajo de los modistos que admira, desde Cristobal Balenciaga a Coco Chanel pasando Yves Saint Laurent, y las películas de Visconti y Cocteau, el diseñador canario es un artesano tradicional.

Asegura que su éxito radica en que participa en todas las etapas de la fabricación: esculpe las hormas de madera, casi siempre de haya, dibuja los bocetos, supervisa la confección a mano, realizada en los mejores talleres italianos con materiales selectos. Él mismo aplica los detalles finales y también participa en la creación de las campañas de publicidad.

Blahnik aprendió el oficio desde dentro, visitando fábricas y hablando con artesanos y operarios para conocer todos los secretos de un zapato. "Tardé diez años en aprender a hacer un zapato como es debido, pero hasta ahora no he conseguido el zapato perfecto", dice, a pesar de todo.

Patentes propias

Con más de 22.000 zapatos diseñados a lo largo de su carrera, Blahnik ha trabajado con tacones de todas las alturas, desde el zapato plano hasta agujas vertiginosas de 20 centímetros. Pero odia las plataformas: "Algunos zapatos son tan extraños, tan vulgares. Odio esas plataformas que se ven hoy en todas partes. Son suburbanas. Nunca haré una plataforma. Bueno, las hice en los años setenta, pero fue una mala experiencia", confiesa.

La popularidad de algunos de sus modelos ha terminado dando nombre propio a los mismos, convirtiéndose en patentes. Inventó el kitten heel, un tacón de 3 centímetros, su altura favorita, aunque reconoce que son "los más difíciles para caminar y tener un porte divino y gracioso".

Otras joyas son los cómodos Campari (su zapato tipo Mary Jane), los Hangisi o Something blue y Sedaraby, de líneas elegantes.

"Los hombres me dicen que he salvado sus matrimonios. Les ha costado una fortuna en zapatos, pero es más barato que el divorcio. Así que parece que aún soy útil", bromea el diseñador.

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