Pendientes de un hilo

Bruno Valls y Pere Bigas, de Somriures Nòmades, actuando.
Bruno Valls y Pere Bigas, de Somriures Nòmades, actuando.
GUILLEM SARTORIO
Bruno Valls y Pere Bigas, de Somriures Nòmades, actuando.

Tras vencer a La Muerte en un vibrante combate sobre el escenario, el Capitán Trujillo abandona su preciado tesoro, que se hunde en las aguas de un pequeño océano de tela. El pirata decide irse con Coco, su despistado amigo, y la Sirena, su nuevo amor. El baúl repleto de joyas es abandonado a cambio de las verdaderas riquezas de la vida.

Así termina esta sencilla obra de marionetas: dirán que es una quimera, una moraleja bienintencionada para niños y niñas. Sin embrago, la historia de sus creadores es una gran aventura que parece navegar fuera del tiempo en que vivimos.

Toti Roger ya era nómada desde hacía años. Vivía en un camión y se estaba preparando para dar la vuelta al mundo, cuando su proyecto de viaje se truncó. Toti, que tiempo atrás había convertido su casa de Barcelona en un hostal para turistas, pensó que podía hacer lo mismo con su vehículo. Así que fundó el Hostel Truck, un hostal móvil en el que los residentes pagan por la gasolina en vez de otras comodidades: "Entró y salió gente, el proyecto se fue convirtiendo en algo más educativo. Un día, pensando en lo que al fin y al cabo llevaba años haciendo, me di cuenta de que me dedicaba a hacer sonreír a los niños a través de mis canciones".

En el segundo acto de esta historia Toti se topa con otro trotamundos. Pere Bigas, licenciado en Filosofía y fotoperiodista, acababa de volver a España tras dos años y medio explorando América. Allí trabajó de todo que le permitía avanzar por pueblos, ciudades y cordilleras, hasta que recibió, con el remitente de su casa materna, un objeto que cambió el curso de las cosas: "Me habían robado la cámara y tenía bastante asumido, también por otros motivos, que tocaba pasar la página del fotoperiodismo. Un día, en Perú, mi compañero de viaje sacó una mano enfundada en un calcetín tras una cortina. ¡Un títere! Nos tronchamos de la risa. Recordé mi marioneta, olvidada en un cajón de casa de mi madre. La recibí en la ciudad de Trujillo, así que decidí que ese iba a ser su nombre y que sería pirata". Desde ese momento, Pere hizo del oficio de titiritero su sustento, y acabó actuando en las calles de Colombia, Venezuela, Panamá, Guatemala, México, la isla de Guadalupe y Estados Unidos.

En julio de 2011 Toti fundó la ONG Somriures Nòmades, poco después llegaron Pere y también Bruno Valls, otro titiritero, Raquel Batet, que toca el piano y canta en directo y Elena Molina, responsable del área audiovisual. Los cinco jóvenes armaron el proyecto con una voluntad social y cultural, y decidieron hilar el circo, los títeres, el clown y la animación infantil con un elemento vertebrador: todo sería itinerante.

Su objetivo es generar "espacios de alegría y diversión por todo el mundo», ya sea en países de Occidente como en lugares donde la hambruna es un problema presente en lo cotidiano.

Es rojo, chillón, tiene cuatro ruedas enormes y es el último protagonista de Somriures Nòmades. Mientras buscaba un vehículo capaz de sortear las geografías más difíciles, Toti acudió a los especialistas de Epsylon, los mecánicos que preparan camiones para el París-Dakar: "Me dijeron que necesitaría menos distancia entre ruedas y más caballos para llegar donde quisiera. Yo quería una doble cabina para llevar hasta nueve pasajeros". Finalmente, un suizo le vendió un camión de bomberos con 25 años de antigüedad que cumplía todos los requisitos: "Tiene mecánica alemana, solo 32.000 kilómetros y puede llegar a los dos millones tranquilamente". El vehículo fue bautizado como Dream Warrior (Guerrero de los sueños), y a pesar de su envergadura ha accedido a pequeños pueblos de Cataluña y cruzado la Península y el desierto de Marruecos en varias ocasiones.

África es el objetivo

Pero para el Dream Warrior el mayor desplazamiento está por llegar: desde sus inicios, el principal reto de Somriures Nòmades es una ruta por todo el perímetro del continente africano, un plan napoleónico para el que buscan patrocinadores y subvenciones. Y las han conseguido, pero debido a los recortes presupuestarios, el cobro de la ayuda del Gobierno catalán ha sido congelada hasta nuevo aviso: "El proyecto tiene una acogida excepcional, pero ahora nos encontramos con que esa alegría, esas promesas, han quedado en papel mojado", lamenta Toti.

Mientras reorientan la estrategia sin cambiar sus objetivos, Somriures Nòmades sigue ofreciendo su espectáculo: en concreto, actuarán en la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal (Barcelona) a principios de este mes, y en Vilafranca del Penedès, a finales.

La inusual confianza y empuje del pequeño grupo se debe, afirman, a que no se trata de un proyecto de animación más. Allí donde va, Somriures Nòmades conoce las tradiciones autóctonas en artes escénicas, cede su infraestructura a artistas locales y dispone de todo lo necesario para aprender de ellos e incluso colaborar en espectáculos conjuntos: "El objetivo es el intercambio cultural, reivindicar el patrimonio de los pueblos en su propio territorio y nutrirnos de tradiciones distintas a la nuestra", explica Pere. Además, desean elaborar un documental que muestre la experiencia del periplo africano: "La idea es grabar una serie con lo más destacado del viaje y compartir los capítulos en Internet. Al final, produciremos un documental que esperamos emitir en televisión", cuenta Elena, para quien, al parecer, las dificultades no son más que caminos con un poco más de pendiente: "Tenemos donde cocinar, donde dormir, donde hacer el espectáculo y con qué grabarlo. Lo tenemos todo, desde mi punto de vista".

Por supuesto, también hay guinda: como reducto del Hostel Truck ideado por Toti, la organización brinda la posibilidad de viajar en el camión a artistas y personas interesadas a cambio de colaborar en el kilometraje: el Dream Warrior es también el Artist Truck.

Cuando actúan, Pere y Bruno desaparecen en el escenario. La ropa negra, sus cuerpos delgados y la destreza con los hilos concentran todas las miradas en las marionetas. Los niños se agolpan a sus pies, los padres estiran el cuello desde lejos. Algunos pequeños no pueden resistir la curiosidad y se asoman, en un goteo constante, para ver qué hay en el agujero del que surge un furioso tiburón.

Sorprende, les digo, la reacción del público ante estos trozos de madera articulados en una época en que los efectos especiales parecen imprescindibles para enganchar al espectador, más aún a las nuevas generaciones: "Creo que vienen predispuestos a ver a un pirata, pero se encuentran con algo que no entienden. Es un juguete, pero está vivo, tiene emociones. Al llegar casa, seguro que ellos animarán a los suyos", opina Bruno. Según Pere, el magnetismo de los títeres tiene un vínculo ancestral: "La fascinación por los objetos animados se remonta a los orígenes de la humanidad. Las primeras formas de Dios, de representación mítica, se hicieron utilizando sombras en las cavernas, máscaras, ídolos o títeres".

Algo más prosaico puede explicar esa magia: Pere ha ideado y confeccionado sus propias marionetas, que según algunas críticas poseen movimientos muy ricos y sorprendentes: "La emoción de poner los hilos por primera vez a tu marioneta es indescriptible, son meses de trabajo hasta lograr el movimiento deseado". También Bruno es el autor material de uno de los personajes de la obra: "Es como un hijo. La empatía es distinta a la que tienes con una marioneta comprada, y creo que eso se nota sobre el escenario".

Ambos saben que en África occidental se halla una de las tradiciones de marionetas más misteriosas: "Hay religiones animistas en las que los títeres poseen un papel esencial en la concepción del mundo y la espiritualidad de sus gentes", dice Bruno, y Pere sintetiza: "Cualquier objeto inanimado que se mueve apela al otro, a la vida. Es algo que, si está bien manipulado, sigue causando mucha sorpresa".

Toti, animador infantil, añade que la diversión posee efectos inesperados. En sus actuaciones procura que la gente se coja de las manos, que se toquen entre sí: "He hecho espectáculos ante padres de otros países, muy jóvenes, y les da muchísima vergüenza. Pero una vez cruzan la barrera, quieren animación todo el día. Yo aprendo de cómo una canción o un juego de manos puede provocar tanta emoción". La organización trabaja, advierte Toti, en contra de toda actitud paternalista y colonial: "Nosotros no vamos a llevar sonrisas a los sitios, nos sumamos a las que ya existen allí. Huimos del 'blanco bueno busca negro pobre'". Bruno resume: "Lo que queremos es salir de allí sonriendo nosotros, alimentarnos mutuamente".

En Somriures Nòmades aseguran que todo el mundo les pregunta lo mismo: ¿Cómo es posible que en el contexto actual os lancéis con este proyecto? Según el grupo, la alta dificultad va unida de forma inevitable a la creciente necesidad de iniciativas como la suya: "A raíz de mi trabajo con Payasos sin Fronteras entendí que no sólo de pan vive el hombre. No moriremos sin teatro, pero cuando recibo el entusiasmo del público algo me dice que lo estaban esperando desde siempre", responde Pere. La diversión, la cultura, son los mejores visados para la libertad según estos jóvenes, que se mueven, ellos sí, sin hilos que los aten: "No condicionamos nuestras ilusiones a lo que nos rodea", sentencia Toti.

Recursos para nuevos titiriteros

En nuestro país no existen centros de educación superior dedicados al aprendizaje del títere, como sí sucede en Francia, la República Checa, Hungría o Rusia. Aquí, la mayoría de los titiriteros son autodidactas, se han formado al lado de veteranos o realizando cursos esporádicos.

A nivel mundial, la asociación de referencia es la Unión Internacional de la Marioneta (www.unima.org), que tiene su equivalente español (www.unima.es) y también sedes autonómicas, en las que se suelen realizar cursos a lo largo del año. En Barcelona, destaca la Casa-Taller de Marionetas de Pepe Otal (www.tallerdemarionetas.org) y la asociación Titerearte (www.titerearte.com).

Así mismo, hay maestros titiriteros como Toni Zafra o Jordi Bertran, que imparten cursos en sus respectivos talleres. Destaca también el Centro TOPIC de Tolosa (www.topictolosa.com), y las publicaciones Titeresante (www.titeresante.es), Titerenet (www.titeresante.es) y Putxinelli (en catalán, www.putxinelli.cat).

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