Ha dormido poco, no ha comido y, en cuanto termine la entrevista, correrá al aeropuerto para volver a su casa en Londres. Pero Velencoso no tiene mala cara ni prisa: bromea con la fotógrafa y es muy agradable. Como cabía esperar, también es alto y guapísimo y, para colmo, no es mal actor: lo demuestra en Fin, donde encarna a un prepotente y seductor personaje.

De modelo a actor. ¿Cambia mucho la cosa?

¡Claro! En una campaña de moda suelen pedirte una rueda de prensa, pero no esta maratón de entrevistas en las que, aunque intentes ser original, acabas diciendo lo mismo.

¿Cómo ha llegado al cine?

Tenía ganas, estaba con los brazos abiertos... Y llegó esta oferta para Fin. Tuve que hacer varios casting, y logré el sí.

¿Estudió interpretación?

No. Sabía que me metía en un fregado, así que aprendí todo lo que pude 13 días antes.

Muchos ansían criticarle.

Seguramente, pero de momento no me han puesto mucho a parir. Sabía que tenía que ser humilde, porque venía a aprender, era el novato, el bebé, el que necesitaba ayuda.

Y así llegó al rodaje.

Sí... ¡Cagadito de miedo! Porque me había preparado, pero me veía desastroso. Fatal.

¿Y en la película? ¿Cómo se ve?

Por lo menos, creo, no doy el cante. Hay momentos en los que me gusto más, en otros menos... Pero a todos los actores, creo, les pasa lo mismo.

Elija: ser actor o modelo.

Actuar llena más, es más artístico, pero tienen mucho en común. Si te tomas el trabajo de modelo muy en serio, también actúas: das distintas versiones de ti, pero actuar es más visceral, más mágico, exige mucha preparación y técnica.

¿Habrá más películas?

Espero que sí. Este es el primer paso: quería que vieran que me lo tomo en serio, que puedo hacerlo... ¡Y que estoy libre y escucho ofertas!

¿Desde cuándo es modelo?

Desde los 21, y voy a cumplir 35. Casi 14 años.

¿Y antes? ¿Qué hacía?

Quería hacer Educación Física, pero me rompí el tobillo y empecé Turismo. Mi padre tiene un restaurante y un bar en mi pueblo, y es lo que da de comer. Pero me aburría muchísimo.

¿No tenía vocaciones?

Alguna vez pensé en ser actor, pero no estaba muy en contacto con ese mundo... Quería viajar, conocer mundo, y con la moda pude hacerlo. La moda es un trampolín si eres despierto y quieres hacer cosas.

¿No le decían de pequeño que, siendo tan guapo, terminaría siendo modelo?

Un poco... ¡Y todo el mundo me tiraba muchísimo de los mofletes, porque de pequeño era todavía más mono!

Y aun así, no se volvió tonto.

Se puede manejar. A lo mejor de joven tenía más tontería, pero, con humildad y sabiendo de dónde vienes y lo que quieres, se te pasa.

¿Ayuda en la vida ser guapo?

¡Pues claro! Pero como cualquier otra cosa... Yo me miraba al espejo y me decía: "Vete a Nueva York, a París, a Milán, que seguro que te dan trabajo". Lo importante es estar convencido de que vales, ir de frente a por las cosas.

Así que no es solo belleza.

Como yo, hay ocho mil: das una patada a una piedra y los encuentras, porque el mundo está lleno de gente guapa. Pero es como los actores: unos tienen la cabeza más amueblada y tiran para delante, y otros se estrellan.

Y luego está la suerte.

Yo he tenido mucha. Llegué a Nueva York, fui a una fiesta y conocí al fotógrafo del momento, que me hizo fotos que empezaron a circular. La suerte se tiene, pero también se busca: todo está relacionado.

Hábleme de su vida... Debe de ser la de un extraterrestre.

¡No creas! Hablo con mis amigos de toda la vida, comentamos cosas del Barça, del que se acaba de divorciar o del que se ha quedado sin curro.

¿Y cómo se ve España desde París, Londres o Milán?

Nos ven mal, y me preguntan preocupados porque no se lo explican. Nos ven con talento, buenos deportistas, hacemos una comida de puta madre... ¿Qué nos pasa? Que no sabemos vendernos y que hemos hecho las cosas mal, con una economía muy errónea.

Y como catalán... ¿Cómo lo ve?

No me quiero meter en jardines, pero soy español y catalán, porque se pueden ser las dos cosas. Mi padre es manchego, tengo familia andaluza... ¡Es complicado negar mis raíces o que me obliguen a llevar un pasaporte catalán! Tenemos que ser ciudadanos del mundo y cuantas menos barreras nos pongamos, mejor.

¿Es feliz?

Sí, porque me apetecía actuar, aunque tenía que haberlo hecho antes... Ya te digo: pasas distintas fases en la vida, a veces estás más disperso... Ahora vivo en Londres y estoy más tranquilo, estable y con ganas de hacer otras cosas.

Siendo quien es, y teniendo como pareja a Kylie Minogue... ¿Puede vivir como una persona normal?

Cuesta, porque hay mucha tontería y gente con muy mal gusto. Hoy, por ejemplo, una periodista me hablaba de los años de mi novia... ¡Flipo! Así que voy a mi bola.