20 ó 30 diarias y multiplica por nueve días que dura el festival.
¿Cuál es la que más te ha costado conseguir?
Ninguna que recuerde en especial porque la gente viene muy receptiva. Saben a lo que se exponen y les interesa ser simpáticos porque los periodistas son los que luego los hunden o los levantan.
Tienes un listado con los teléfonos, ¿dónde está la dificultad del trabajo?
Es un problema de horarios. Los periodistas tienen ruedas de prensa, van a ver películas y tienen el tiempo muy limitado. Entonces, yo me pongo en contacto con el actor o el director y me dicen a qué hora están disponibles, después vuelvo a contactar con el periodista, que es muy probable que a esa hora tenga cualquier otra historia y no pueda, y tengamos que volver a empezar.
¿Somos muy pesados?
Hay de todo, pero sí, los hay muy pesados. También los hay encantadores.
¿Tomas calmantes?
Hoy mismo necesito uno, porque además hay gente nueva, normas nuevas y eso hace que tardes en compenetrarte. Y cuando estás empezando a adaptarte, se acaba el festival hasta el año siguiente.
¿Por qué no te pasas al café?
Te aseguro que también tomo todo el que puedo y un poco más.
Bio. Tiene 33 años y la sonrisa puesta. Trabaja desde hace diez años para la Seminci.
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