El 'caso Petraeus', un duro mazazo que no esperaba Obama

  • Obama ya contaba con las próximas bajas de la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, y el jefe del Pentágono, Leon Panetta.
  • La dimisión del director de la CIA, David Petraeus, la semana pasada ha provocado que el vacío al que se enfrenta el equipo de seguridad sea más grave de lo esperado.
  • Para colmo, este escándalo ha salpicado también al comandante de las tropas aliadas en Afganistán, John Allen.
  • El recientemente reelegido se enfrenta así a su primer gran reto tras la victoria: reflotar un muy desinflado equipo de seguridad.
David H. Petraeus conversa con Barack Obama en una imagen de 2008.
David H. Petraeus conversa con Barack Obama en una imagen de 2008.
DEPARTAMENTO DE DEFENSA DE EE UU
David H. Petraeus conversa con Barack Obama en una imagen de 2008.

El 'caso Petraeus' ha dejado un gran vacío en el equipo de seguridad nacional de Barack Obama, que suma varias bajas en su gabinete mientras crecen los interrogantes sobre qué pasó exactamente en el ataque a su consulado en Bengasi (Libia).

La dimisión del director de la CIA, David Petraeus, deja una vacante más en un equipo que ya contaba con las próximas bajas de la secretaria de Estado de EE UU, Hillary Clinton, y el jefe del Pentágono, Leon Panetta, que ya anunciaron hace meses su intención de retirarse cuando concluya el primer mandato de Obama.

El proceso de selección para reemplazar a esos y otros muchos funcionarios de alto rango ha tomado un sentido de urgencia con el escándalo de Petraeus, que ha salpicado también al comandante de las tropas aliadas en Afganistán, John Allen.

Obama se ha mantenido al margen de la trama, digna de la mejor telenovela, y esta semana aseguró que se reservará su opinión sobre el proceso que llevó a la dimisión, aunque "hasta el momento no hay pruebas de que se revelara información clasificada" que pudiera perjudicar a la seguridad nacional, añadió en una rueda de prensa.

¿Un error que influyó en el ataque de Bengasi?

Pero esa afirmación no es suficiente para muchos legisladores, para los que el caso ha agravado una desconfianza hacia la CIA que persiste desde el ataque del 11 de septiembre en Bengasi, en el que murió el embajador, Chris Stevens, y otros tres estadounidenses.

Las sospechas republicanas de que el Gobierno de Obama encubrió los hechos que rodearon el ataque han llevado al senador John McCain a pedir audiencias "al estilo del caso Watergate" para aclarar por qué el relato oficial pasó, en cuestión de días, de atribuir el incidente a "protestas espontáneas" a achacarlo a militantes.

A ese recelo se han sumado las declaraciones de la examante de Petraeus, Paula Broadwell, que asegura que el ataque al consulado se produjo para rescatar a militantes que estaban presos en el anexo de la misión, perteneciente a la CIA.

Esa hipótesis, formulada por Broadwell en un discurso en octubre y que ha resurgido a raíz del escándalo, ha sido descartada por la CIA, pero eso no ha hecho más que generar interrogantes sobre si la amante de Petraeus supo más sobre Bengasi que el resto de los estadounidenses.

Para Frederic Wehrey, analista especializado en Libia en el centro de estudios Carnegie Endowment for International Peace, no es raro que el caso de Bengasi no se haya aclarado en dos meses, ya que estuvo rodeado de "todo tipo de informaciones confusas".

"No he visto ninguna prueba de que estuvieran intentando engañar deliberadamente a la gente o callarse nada", dijo Wehrey.

La sucesora de Clinton, 'marcada'

Junto a la CIA, el mayor escrutinio sobre Bengasi recae sobre la embajadora de EE UU  ante la ONU, Susan Rice, que apareció en varias televisiones días después del ataque indicando que se debía a "protestas espontáneas", supuestamente a partir de información de inteligencia que más tarde fue descartada.

Rice es ahora la principal candidata de Obama para reemplazar a Clinton al frente del Departamento de Estado, y el mandatario la defendió esta semana ante las "intolerables" críticas de senadores como McCain, que ha prometido bloquear su nominación para el cargo. "Si el senador McCain, (Lindsey) Graham u otros quieren perseguir a alguien (por el caso de Bengasi), deberían ir a por mí", señaló Obama, que defendió de forma similar al protagonista del otro escándalo que ha marcado su reelección: Petraeus.

"Estamos más seguros gracias al trabajo que ha hecho Dave Petraeus. Y mi principal esperanza ahora mismo es que esto acabe siendo una nota a pie de página en lo que ha sido, por lo demás, una carrera extraordinaria", señaló el mandatario.

En una Casa Blanca donde se acumulan las vacantes para el nuevo gabinete, el sucesor de Petraeus aún no está claro, aunque Obama podría confiar el cargo a su principal asesor sobre terrorismo, John Brennan, o mantener al frente al "número dos" de la CIA, Michael Morell, según los medios estadounidenses.

En cualquier caso, quien sustituya al general debe ser "un espía maestro que diga la verdad a quienes no quieran oirla y que, si es la única forma de impedir el desastre, renuncie en lugar de respaldar una información de inteligencia defectuosa", apuntó en una columna Bruce Riedel, experto en seguridad en Brookings.

Como demostró Petraeus y recuerda Riedel, la jefatura de la CIA, "propensa al escándalo y el deshonor, ya no es lo que era".

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