Saber tomar la medicación, un problema para muchos

Vamos al médico cuando algún mal no das la lata. Y el profesional cumple con su trabajo: nos ausculta, inspecciona, diagnostica el problema y nos prescribe medicación. Después el farmacéutico hace lo propio. ¿Problema resuelto? Muchas veces no.

Más allá de la fortaleza del mal que nos aqueje, muchos pacientes no mejoran porque no toman la medicación como deben. Aunque parezca sorprendente, según la Sociedad Española de Farmacéuticos de Atención Primaria (SEFAP), entre un 20 y un 40% de los pacientes no toma la medicación como le fue prescrita.

Además, un 1,8% de los pacientes sufren efectos adversos relacionados con la asistencia sanitaria en atención primaria; de ellos, un 48% se debe a una medicación inadecuada o mal pautada, mientras que en un 25% la causa es una deficiente comunicación entre los profesionales y el enfermo.

Según SEFAP, estos datos ponen de manifiesto la necesidad de mejorar el conocimiento por parte de los usuarios y su corresponsabilidad en el tratamiento. El paciente tiene que conocer los beneficios y los riesgos de su medicación y cómo le va a influir en su vida diaria.

La principal función del farmacéutico de atención primaria es dar soporte a los médicos y enfermeros en la toma de decisiones, así como la evaluación de resultados en salud ligado al empleo de medicamentos. Según la presidenta de la SEFAP, Arantxa Catalán, "somos responsables de que el sistema sea sostenible".

Además, los farmacéuticos contribuyen a mejorar la seguridad del paciente evitando los problemas relacionados con el uso de fármacos, especialmente en los pacientes crónicos, habitualmente ancianos y polimedicados.

Para mejorar la adherencia a la medicación, según Catalán, hay que plantear pequeños objetivos que puedan ser cumplidos, a medida de cada persona, ya que no es lo mismo un paciente de 40 años que uno de 80 y polimedicado. "Y este es el papelón que tenemos por delante", concluye.