Bigotes solidarios con el cáncer de próstata

Un participante en la gala española de 2011 de Movember.
Un participante en la gala española de 2011 de Movember.
MOVEMBER
Un participante en la gala española de 2011 de Movember.

Una fundación de origen australiano ha conseguido lo impensable: poner de moda el bigote. La causa, estética vintage aparte, es cambiar actitudes sobre cómo los hombres se enfrentan al cáncer de próstata y sumar fondos para su erradicación.

En 2003, a un grupo de amigos se les ocurre una idea mientras se toman una cerveza en un bar de Melbourne, Australia: crear una campaña para recaudar dinero a favor de la lucha contra el cáncer de próstata. ¿Cómo? Dejándose crecer el bigote durante un mes al año para conseguir donaciones a nivel individual y a través de la organización de fiestas y eventos. Así nace Movember, una mezcla de mo, diminutivo de moustache en inglés, y November (noviembre), mes en el que se intensifica la campaña. A aquellos que participan en la causa se les llama mo brothers y mo sisters, en el caso de las mujeres. Nueve años después, Movember está presente en 21 países y el año pasado 1,9 millones de personas lograron recaudar en todo el mundo 92,9 millones de euros.

Cuando llega noviembre, los hombres que han creado un perfil en la página web de Movember comienzan el mes completamente afeitados, pero no vuelven a rasurarse el bigote durante los 30 días del mes. Según pasan las jornadas, hay que colgar las imágenes del progreso y especificar las motivaciones que impulsan a participar en este peculiar reto.

Si entramos en el perfil de cada participante, encontramos una pestaña que dice "donar". Una vez que se clica sobre ella, debemos especificar la cantidad que queremos destinar a la causa. Como en las plataformas de micromecenazgo de proyectos, las redes sociales se antojan fundamentales para conseguir un mayor impacto entre familiares y conocidos, dispuestos a donar dinero, en este caso, por ver a un amigo dejarse crecer bigote y a sabiendas de que el dinero va destinado a una causa mayor.

Cuanta más gracia se le ponga al asunto, más probabilidades de éxito tendremos. Este es un modelo ampliamente aceptado en países anglosajones, en el cual, por ejemplo, empleados de una misma empresa unen esfuerzos organizando fiestas, corriendo maratones u horneando pasteles para recaudar donativos destinados a diversas causas.

Rubén, que vive en Tucson, Arizona, decidió el año pasado recaudar para Movember con otros dos amigos, españoles también. El fin, la causa solidaria, pero en su caso fue también establecer otro canal de comunicación con Álvaro y Bebeto y comparar a diario la evolución de sus respectivos bigotes y picarse con las donaciones que cada uno iba consiguiendo. "La gente te pregunta: '¿Te estás dejando bigote?'. En ese momento aprovechas para explicar que en realidad se trata de recaudar fondos para la lucha contra el cáncer de próstata y que con ese fin donas tu cara".

Sobre el estilo, Rubén tuvo claro desde el principio cuál iba a ser el suyo: "Como vivo en Arizona, decidí dejarme un bigote al más puro estilo del oeste americano".  A día de hoy sigue conservándolo. El año pasado recaudó 156 dólares.

Existen una serie de reglas sobre cómo hay que dejárselo crecer. No valen las barbas ni perillas, y en el caso de las mujeres que quieran apoyar la causa, no les está permitido utilizar bigotes falsos.

En España, el año pasado 1.250 personas se registraron en Movember.com logrando 20.988 euros. Para este año esperan triplicar cifras. Eduard Portas, de Movember Spain, explica que España es el primer país no anglosajón donde Movember empezó a hacer campaña, en 2007.

En 2006, un grupo de amigos de Barcelona cercano a los fundadores de Movember fueron a la primera gala que se realizó en Londres. Las galas son las fiestas oficiales en las cuales la organización agradece la participación de todos aquellos que han colaborado en captar fondos para la causa y de aquellos que han aportado donativos. A Eduard, David y el resto de sus amigos, les gustó la idea y decidieron traerla a España.

En el fondo se trata de concienciar sobre una enfermedad que hace mucha mella en la población masculina. Según datos facilitados por la fundación, uno de cada nueve hombres será diagnosticado de cáncer de próstata a nivel mundial, el más común en la población masculina. Anualmente se detectan 40.000 casos al año y 10.000 hombres fallecen por su causa.

Las probabilidades de desarrollar la enfermedad aumentan en la población afrocaribeña, y hay que ser especialmente cuidadoso si un familiar directo lo ha padecido. En España, cada hora y media muere un hombre a consecuencia del cáncer de próstata y cada año se diagnostican 18.870 casos en nuestro país. Las cifras son similares a las del cáncer de mama en el caso de las mujeres. El capital recaudado se destina a la investigación para avanzar en la detección y cura de esta enfermedad y también en educar y ofrecer apoyo a pacientes y familiares.

Pocas cosas se asocian más con la masculinidad que el bigote. Este es el símbolo con el que han decidido hacer visible su lucha contra el cáncer de próstata. Y la manera, llevarlo a cabo desde una vertiente divertida, festiva y desenfadada.

Concienciar a través de la estética

Alejados de la imagen alarmista que tradicionalmente acompaña este tipo de causas, Movember apuesta por otra fórmula: concienciar a través de la estética. Si en el caso del cáncer de mama se adopta el lazo rosa, en el caso del hombre es el bigote, que simboliza algo más, es una forma de ser presumido, de cuidarse físicamente. Ahí incide la campaña de Movember, en animar al hombre a cuidarse por fuera y por dentro.

Cada delegación nacional de la fundación celebra a finales de noviembre una gala de agradecimiento para todos aquellos que han recaudado para el cáncer de próstata. En España se celebrarán en Madrid, Barcelona, Málaga, Santander y Bilbao, entre otras. Los asistentes acuden disfrazados acorde con el tipo de bigote que se han dejado crecer. Además, se entrega un premio al Hombre Movember.

Para tener posibilidades de recibir la distinción no solo cuenta el vello. Un jurado realiza una selección. Los elegidos suben al escenario para hacer gala de su encanto y lucir bigote e indumentaria. El público asistente decide, entre gritos y aplausos, quién es el ganador.

Una vez coronados los respectivos triunfadores locales, se proclama el ganador a nivel internacional. En este caso no hay desfile, sino que lo deciden viendo las fotos los miembros y expertos en la materia del Handlebar Club, un club de bigotudos creado en Reino Unido en 1947.

El año pasado el ganador de ganadores fue el sudafricano Anton Taylor. Fue el colofón de este movimiento y estética cada vez más global.

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