El arte de cubrir pieles de lujo con oro y diamantes

  • Los tesoros de Liz Taylor o Grace Kelly están presentes en 'El arte de Cartier'.
  • La exposición del Thyssen de Madrid que recorre la historia de la marca y de algunas de sus privilegiadas clientas.
El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid estrena la colección El arte de Cartier, que reúne 420 piezas de la emblemática firma de joyería, fundada en París en 1847, entre las que destaca el collar de rubíes y diamantes de Elizabeth Taylor, regalo de su tercer esposo, el productor Mike Todd. La actriz fue una de las clientes carismáticas de la firma en los años 50.
El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid estrena la colección El arte de Cartier, que reúne 420 piezas de la emblemática firma de joyería, fundada en París en 1847, entre las que destaca el collar de rubíes y diamantes de Elizabeth Taylor, regalo de su tercer esposo, el productor Mike Todd. La actriz fue una de las clientes carismáticas de la firma en los años 50.
PHOTOFEST / MUSEO THYSSEN-BORNEMISZA
El museo Thyssen-Bornemisza de Madrid estrena la colección El arte de Cartier, que reúne 420 piezas de la emblemática firma de joyería, fundada en París en 1847, entre las que destaca el collar de rubíes y diamantes de Elizabeth Taylor, regalo de su tercer esposo, el productor Mike Todd. La actriz fue una de las clientes carismáticas de la firma en los años 50.

Como fantasmas exquisitos, las joyas brillan en la semioscuridad del museo. Su opulento fulgor deslumbra en estos días sombríos: la exposición El arte de Cartier, que celebra los 165 años de la emblemática marca, abre mañana sus puertas en el madrileño Museo Thyssen-Bornemisza, donde permanecerá hasta el 17 de febrero. Son más de 420 joyas, pequeñas obras de arte que simbolizan caprichos, dinero y pasión y resumen la historia de una marca legendaria.

Porque Cartier, fundada en París en 1847, ha sido el objeto de deseo de millones de personas. Sus carísimas obras han ablandado el corazón de diosas del cine, han sido lucidas con orgullo por todopoderosas reinas y, sobre todo, han acariciado la piel de las mujeres más bellas del mundo.

En Madrid están, para demostrarlo, algunas pertenencias de Grace Kelly, Elizabeth Taylor o María Félix. Las tres murieron, pero, como sus joyas, su belleza sigue deslumbrando: el día en el que la preciosa musa de Hitchcock, Kelly, se transformó en la princesa más hermosa del mundo, Gracia de Mónaco, lucía un brazalete, un collar y una sortija de compromiso de Cartier.

Mike Todd enamoró a Liz Taylor (sí, la gata de ojos violetas que coleccionaba diamantes con la misma urgencia que maridos o borracheras) con un collar de platino, oro, diamantes y rubíes. Y la diva mexicana María Félix encargó a Cartier distintos modelos (un collar con cocodrilos entrelazados, otro con una serpiente) para celebrar su pasión por los reptiles. Están en Madrid.

"Estos tesoros proceden, sobre todo, de la Colección Cartier", explica el director del Thyssen, Guillermo Solana, "pero también de prestadores excepcionales como la Casa de Mónaco o la Casa Real española". Y es cierto, porque las vitrinas del museo (dotadas con todo tipo de tecnologías para evitar sorpresas desagradables) también muestran, por ejemplo, una tiara que fue propiedad de la reina Victoria Eugenia de España o piezas de doña Pilar de Borbón.

La legendaria multimillonaria Barbara Hutton ("pobre niña rica", la llamaban), Coco Chanel, Wallis Simpson o Jacqueline Kennedy también están representadas por sus joyas. Pero eso no es todo: una espléndida pitillera de oro con forma de sobre también demuestra que hasta el político británico Winston Churchill apreciaba las joyas de Cartier. Como él, una larga retahíla de príncipes, reyes, empresarios y marajás han sucumbido a sus encantos: también lo harán, aunque no puedan permitirse poseerlos, los visitantes que desfilen por el museo hasta el 17 de febrero, cuando cierre sus puertas esta exposición de lujo.

Escaparates de lujo

De entre todas las grandes personalidades que han lucido las joyas de Cartier podemos destacar dos. Por un lado, Gracia de Mónaco, que estaba espectacular en su boda, en la que lucía, entre otras joyas, un collar regalo de su esposo Raniero. Es de platino y diamantes, con un peso total de 64 quilates. A juego, la princesa lucía un brazalete y un anillo de compromiso, también de Cartier.

Por otro lado, la actriz Liz Taylor adoraba las joyas y era una gran clienta de Cartier: la exposición muestra un collar, creado en 1951 y hecho con platino, oro, diamantes y rubíes. Con una longitud de 37,5 centímetros, una montura de tiara también permite usarlo como adorno en la cabeza. Se lo regaló Mike Todd, su tercer marido, fallecido en un accidente de avión.

Una joya de carne y hueso

Ahí estaba: Carlota Casiraghi, hija de Carolina de Mónaco y nieta de Grace Kelly (y heredera de la belleza de ambas), estuvo en el Museo Thyssen para ver, con sus propios ojos, las más bellas creaciones de Cartier. La joven, de 26 años, paseó por la exposición y escuchó atentamente la historia de cada una de las joyas: extremadamente delgada y con un estilo quizá algo serio para su edad, Carlota iba acompañada por la baronesa Carmen Cervera y por varios guardaespaldas, que no permitieron acercarse demasiado a los curiosos.

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