Candeleda, un bonito pueblo abulense de poco más de 5.000 habitantes, en pleno valle del Tiétar, sigue arrastrando las secuelas de la guerra civil española, que quebró la convivencia del pueblo y dejó heridas todavía abiertas.

Por tercera vez desde que fue inaugurado en 2010, el mausoleo levantado en el cementerio del pueblo en honor a las víctimas republicanas ha sido profanado con insultos y pintadas falangistas y nazis.

"Es un pueblo dividido, el recuerdo de la guerra civil perdura" cuenta a 20minutos.es Mariano López, fundador del Foro por la Memoria del valle del Tiétar y la Vera y uno de los promotores del monumento. López ya ha denunciado los hechos ante la Guardia Civil, aunque no espera que se inicie una investigación en serio. "La Guardia Civil me ha dicho que no tiene medios" explica, y recuerda que las anteriores denuncias fueron archivadas en el juzgado de Arenas, de quien depende el caso. "La justicia no nos ampara". Él cree que el ataque se perpetró la noche del 12 de octubre, Día de la Hispanidad, aunque fue descubierto el día 17 por una vecina que visitó el cementerio. El primer ataque también tuvo una fecha significativa: se produjo el día en el que ganó la alcaldía el popular José María Monforte.

En el Ayuntamiento de Candeleda, encabezado por Monforte (PP), se limitan a decir que "no se van a pronunciar" y que "imaginan que se tomarán medidas, pues son actos de vandalismo", sin especificar cuáles. López ha pedido a Rodrigo Muñoz, teniente de alcalde, que al menos celebre un pleno condenando los hechos.

En la Subdelegación de Gobierno de Ávila las explicaciones no son mucho mejores: "Es un tema que en un principio no nos atañe. Supongo que seguirá el cauce previsto" y justifican su cautela: " Para las administraciones es complicado entrar en estos tema".

El monumento, levantado en tiempos del alcalde socialista Miguel Hernández, costó 21.000 euros de dinero público, subvencionados por el ministerio de Presidencia siguiendo la Ley de Memoria Histórica. Está pensado para que algún día albergue los cuerpos de los 122 vecinos fusilados por falangistas que todavía permanecen enterrados en fosas comunes distribuidas a lo largo de los caminos del pueblo.

López cree que el anterior alcalde tenía pistas de quiénes podían ser los autores de los ataques, pero nunca quiso dar ningún nombre hasta tener pruebas concluyentes, y muestra su indignación por que un monumento "pagado con dinero de todos" sea "mancillado y ensuciado por auténticos salvajes antidemocráticos". "En Alemania esto sería perseguible, pero aquí las fuerzas de orden público no mueven un dedo", prosigue tras hacer un llamamiento a la unidad y a olvidar viejos rencores.

No parece una tarea fácil a tenor de otros hechos ocurridos en el pueblo. Al ataque a este monumento se une su polémica inauguración, reventada a gritos de "Arriba España" y "Viva Cristo Rey", o la profanación de otro pequeño monumento levantado en la fosa en la que enterraron a Valeriana, Pilar y Virtudes, tres mujeres republicanas fusiladas al comienzo de la guerra.

"Es la España negra, profunda", concluye López, que cuenta una anécdota ocurrida no hace mucho en la plaza del pueblo. Dos hombres muy ancianos discuten. Uno le recrimina a otro: "Criminal, criminal, que los mataste con las manos atadas", mientras el aludido se marcha sin mirar atrás.