Acusado asestar 68 puñaladas a su pareja dice que perdió la cabeza, estaba embrujado y no sabía lo que hacía

Defensa alega celopatía, arrebato y obcecación y presenta informe médico del tratamiento que recibe en la enfermería de la prisión

Antonio F.E., el individuo de 56 años y nacionalidad española que el pasado año mató a su compañera sentimental asestándole 48 puñaladas y 20 cuchilladas cuando se encontraban en el domicilio familiar que compartían en Los Belones (Cartagena), ha asegurado este martes que "estaba loco perdido, perdí la cabeza, no sabía ni lo que hacía y cuando estaba muerta vi la sangre".

En la primera sesión del juicio que se celebra con Jurado Popular en la Sección Tercera de la Audiencia Provincial, el procesado ha explicado cómo ocurrió todo, y ha dejado claro que quien primero cogió el cuchillo fue su pareja al decirle que se marchaba con su prima.

"Me dijo que se marchaba y le dije que a casa de su prima a 'putear' no", ha subrayado Antonio, quien ha puesto de manifiesto el "temperamento fuerte" que tenía la fallecida y que en ocasiones le insultó, diciéndole que "era un 'cornudo' y que le daba asco, cuando soy muy querido por muchas personas".

Igualmente, ha afirmado que nunca la tocó ni le puso la mano encima pero que cuando comenzaron a discutir y ella empuñó el cuchillo, el la empujó y fue cuando el arma cayó al suelo, aprovechando ese momento el acusado para cogerla. "Entonces me volvió loco y perdí la cabeza, no sé las puñaladas que le di, no las recuerdo", ha resaltado el acusado, quien ha preguntado al fiscal que si cree que contó las puñaladas que le dio, porque "no soy un asesino", ha alegado.

Visiblemente emocionado el procesado, que interrumpió en varias ocasiones con su llanto la declaración que estaba prestando ante el Jurado Popular, se ha lamentado de los hechos diciendo "Dios mío, Dios mío, la quería más que a los restos de mi vida y era la luz de mis ojos".

Según ha destacado, no es esa clase de persona que mata a su pareja, se va de fiesta y compra un cupón de lotería ni tampoco un asesino, sino que "estaba embrujado, le di mi corazón, aceptaba todo de ella, de que tuviera un querido en Madrid y se fuera dos o tres días a estar con él y venir con las maletas llenas de ropa".

Aunque ha confesado que no quería que mantuviese otra relación sentimental, ha vuelto a insistir en que "la quería mucho, y cuando se iba a Madrid me volvía loco y me daba por fumar y beber y no era normal, porque al mismo tiempo mi familia estaba pasando hambre".

"tenía miedo"

La noche antes de cometer el asesinato, Antonio ha recordado que salió por la noche a beber, regresó a altas horas de la madrugada y sobre las 9.00 horas del día siguiente se marchó a su negocio, intermediario en la compraventa de vehículos. Ese día no llevó al colegio a la hija de su pareja, ya que lo hizo una vecina, y cuando regresó a media mañana a su domicilio comenzó a discutir al decirle la víctima que se marchaba.

Después de apuñalarla, se echó agua en las piernas porque las llevaba manchadas de sangre y su intención, según ha comentado, era localizar a su abogado o presentarse en el cuartel de la Guardia Civil porque "tenía miedo".

Asimismo, ha desmentido que comprara un cupón de lotería porque no es de esa clase de personas que mata a alguien y se va de fiesta, señalando que se marchó a Alicante y que decidió entregarse a los días a los agentes de la Benemérita.

Antonio también ha negado que después de matarla llamara a un amigo diciéndole "ya la he matado, ahora sí vais a correr toda la familia", porque "le había dado toda mi vida y mi corazón y también a su hija, le daba todos los caprichos y me está costando lágrimas de sangre todos los días en la prisión".

Así como que dijera que si no era para él no era para nadie y que en su relación hubiera celos, extremo que ha negado en toda su declaración. No obstante, ha admitido que no le gustaba que trabajara en una cafetería de cara al público "y ella lo respetaba".

A preguntas del abogado defensor, el procesado ha recordado que en 1996 estuvo en tratamiento psiquiátrico en un hospital de Cartagena y desde el primer día en que ingresó en prisión fue introducido en el programa de prevención de suicidios y ser evaluado por psiquiatras, a lo que se unía un tratamiento previo de ansiolíticos y antidepresivos.

Por ello, el letrado, que ha avanzado al jurado que durante las distintas vistas orales no negarán lo obvio ya que su conducta puede ser calificada de criminal "en un momento de locura", ha alegado que su cliente, autor confeso, padece celopatía, "incapaz de controlar la intensidad de los celos, un trastorno patológico que va invadiendo la percepción y conciencia haciéndolo un auténtico enfermo", y que se ha producido arrebato y obcecación.

De este modo, los hechos no son constitutivos de un delito de asesinato, porque "no buscó conscientemente el recrearse con el dolor ajeno", sino de homicidio, por el que pide ocho años de cárcel.

Mientras que las distintas acusaciones —fiscal, abogado del Estado y acusación particular ejercida en representación de la hija de la fallecida— sostienen que los hechos son constitutivos de un delito de asesinato, por el que piden penas de 19 años de cárcel en el caso del fiscal y de 25 en el caso de la acusación particular.

El Ministerio Fiscal ha destacado la "frialdad mental" del acusado y el argumento "casi literario de los celos", además de que no fue una muerte "inesperada, sino dolorosa y degradante porque causó mucho daño a la víctima, con casi 60 puñaladas que le produjo en vida".

Relato de los hechos

Los hechos tuvieron lugar el 26 de enero de 2011 a las 13.00 horas en la cocina de la vivienda familiar, situada en Los Belones, cuando la víctima comunicó al acusado su decisión de acabar la relación que ambos mantenían, según el relato del Fiscal.

En ese momento, el individuo cogió un cuchillo y la atacó con intención de acabar con su vida y comenzó a clavárselo de manera "brutal, sistemática y de forma muy reiterada".

El individuo no aceptaba la ruptura sentimental y le manifestaba siempre que si no era para él "no era para nadie", al tiempo que le reiteraba "si me dejas, te mato". Por ello, la mujer continuaba con la convivencia.

La situación se hizo tan insoportable para la víctima que, a finales de 2010, decidió comenzar una nueva vida con su hija, por lo que viajó a Noruega el 18 de enero de 2011 para ver las posibilidades de trabajo en el país y de matriculación de su hija, regresando el 22 de enero, aunque tenía miedo de la reacción del acusado cuando le comunicase su intención. Cuando se decidió a comunicar al acusado su decisión, éste cogió un cuchillo y la atacó "con la intención de acabar con su vida".

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