'Las voces bajas', la nueva novela de Manuel Rivas desgrana sus recuerdos de infancia y adolescencia

"Las voces bajas es la novela de la vida". Así define Manuel Rivas su nuevo novela, una obra intimista, delicada y singular, en la que el autor va desgranando recuerdos de su infancia y adolescencia, que se suceden a merced del suave viento de la memoria.
Manuel Rivas
Manuel Rivas
SANTOS-DÍEZ
Manuel Rivas

"Las voces bajas es la novela de la vida". Así define Manuel Rivas su nuevo novela, una obra intimista, delicada y singular, en la que el autor va desgranando recuerdos de su infancia y adolescencia, que se suceden a merced del suave viento de la memoria.

En este sentido puede considerarse una obra autobiográfica en cierta parte y donde todo puede ser verdad o no tanto, y en la que el Rivas niño va descubriendo —con una mezcla de miedo, estupor y maravilla— lo que de extraordinario hay en la gente corriente, al tiempo que el Rivas adulto enseña el inmenso amor que siente por su familia y su profundo respeto por la literatura.

Este libro arranca con el primer miedo que sienten Manuel y su hermana María y tiene que ver con la monarquía, más concretamente con los Reyes Católicos o, para ser más exactos, con dos gigantes cabezudos representando a los Reyes Católicos.

Su primer asiento en el parvulario, ese en el que durante un año se sienta Manuel, es una maleta, la maleta del emigrante. Su primer viaje es al fin del mundo; su tío no mentía cuando le dijo que llegarían a Finisterre. Su primera nación tiene forma de triángulo: el cementerio de San Amaro, la prisión provincial y el faro eran sus vértices.

Familia de literatura

Los niños clandestinos escuchan las voces bajas en la escalera. El abuelo labrador habla, el abuelo carpintero calla. Las abuelas no se conocen; la materna murió antes de que eso fuera posible, la otra dedicó parte de su vida a la costura.

El padre de Manuel guarda cierto parecido con Robert Mitchum, con esa cicatriz en la barbilla, por culpa de una vaca y un avión. A la madre de Manuel le gusta leer sobre santos y santas, con sus vidas extremas, radicales y locas; a su tío Francisco, el barbero, lo que le gusta es contar historias; a su hermana María, escribir. Lo de la literatura le viene de familia a Manuel.

"No sabemos bien lo que la literatura es, pero sí que detectamos la boca de la literatura. Tiene la forma de un rumor. De un murmullo. Puede ser escandalosa, incontinente, enigmática, malhablada, balbuciente. Yo conocí muy pronto esa boca. En aquel momento era, ni más ni menos, la boca de mi madre hablando sola", señala el autor.

Según avanza la editorial Alfaguara, el amor y la ironía del escritor gallego sostienen a pulso el retablo humano que este libro con una mirada íntima, tierna, poética, llena de humor y dolor sobre los primeros quince o, a lo sumo, dieciocho años del autor, con la familia en ese mar de fondo y donde siempre está presente la hermana mayor, María.

Con el recuerdo de su hermana María, el de "esa muchacha anarquista que siempre abría camino", Manuel Rivas abre y cierra las páginas de Las voces bajas —el Rivas adulto, casado, padre de dos hijos, aparece excepcionalmente en el último capítulo para despedirse de María—, como si la obra quisiera ser un sencillo y discreto homenaje a su hermana, señalan desde su editorial.

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