Rebeca

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Pocos sitios más propicios que Reino Unido para la dictadura de reciclaje y nostalgia que rige los destinos del audiovisual mundial. Lo llevan en la sangre y lo sabe cualquiera que haya encendido la televisión y haya tenido la sensación de que su programación es un bucle infinito de programas sobre antigüedades. Nunca han dejado de volver una y otra vez a su pasado, y ahí están los siempre en cartelera o televisión William Shakespeare, Charles Dickens o Agatha Christie para demostrarlo. Ahora, además, el reciclaje se ha convertido en su manera de posicionarse en el pingüe negocio de saciar la infinita bulimia de contenidos de los operadores de streaming. Claro, que uno espera el retorno a Brideshead, el regreso a Howards End… pero nunca pensamos que se atreverían a volver a Manderley, la espectral mansión creada por Daphne du Marier en su novela Rebeca. Ni siquiera en sueños.

Una cosa es readaptar algo por lo que pasaron gente tan solvente como James Ivory y otra bien distinta es hacerlo con aquello en lo que dejó indeleble huella un mito como Alfred Hitchcock. Porque sí, ha habido otras cinco señoras de Winter en televisión y hasta dos en Bollywood, pero todas palidecen ante esa Rebeca que supuso la entrada en Hollywood del maestro allá por 1940. La primera reacción de cualquier que conozca la adaptación clásica será preguntarse: ¿de verdad era necesario? Dejamos la respuesta para el último párrafo. Avancemos que dicha cuestión solo se la plantearán los cinéfilos que, sospechamos, no son la audiencia a la que va destinada la propuesta. La productora Working Title y la distribuidora Netflix saben que la razón de ser del reciclaje es captar a nuevas generaciones, y así lo evidencian con la elección de dos estrellas emergentes como Lily James y Armie Hammer, tan bellas y saludables como alejadas de esa fragilidad decadente de Joan Fontaine y Laurence Olivier en la versión de Hitch. La decisión confesa del proyecto es convertirlo en un thriller romántico con toques sobrenaturales. Se trata, en definitiva, de captar a la generación que ha crecido leyendo y viendo las adaptaciones de literatura young adult, ofreciéndole un producto más adulto y sofisticado. Si se entiende desde ese punto de vista, el filme es solvente y tiene un público asegurado. Se alabará su reivindicación feminista, sus toques de humor negro y su colorida propuesta en las escenas oníricas.

El sector cinéfilo, sin embargo, sufrirá de lo lindo. Como por las habitaciones de Manderley, como en las relaciones entre la segunda señora de Winter, su marido y Miss Danvers, un fantasma, en esta ocasión orondo y burlón, el de Hitch, acecha tras cada escena, plano y gesto del filme. Un fantasma que atenaza a los espectadores, pero también a su director, Ben Weathley, cinéfilo y cinéfago contumaz. El director hace un trabajo aseado. Introduce los cambios de guion de Jane Goldman, más fieles al original y que fueron cercenados por la censura en su momento por su polémica moralidad para la época. También se las ingenia para colar sus rasgos autorales, a ratos muy hábilmente (su denuncia del clasismo de la sociedad británica), y a ratos con calzador (¿a qué viene esa reivindicación del voyeurismo sobre un velero en la Costa Azul?). Fiel a su currículum, aunque defiende el elemento romántico como se le ha solicitado, está mucho más inspirado cuando se enfrenta a los elementos pesadillescos.

Pero por más que se esfuerza por distanciarse del maestro, todo es en vano. Le ocurre lo mismito que a Maximilian con Rebeca: el fantasma del pasado, el de ese señor seriote y gordinflón, es demasiado encantador, demasiado poderoso.

¿De verdad era necesario?, nos preguntábamos hace unas líneas. Rebeca es lo que es: otro jalón de la imparable cultura del reciclaje y la nostalgia. Podemos tomárnoslo a las bravas y abrir una brecha intergeneracional insalvable. Nos ocurrirá con esta película y con esos adolescentes se pasean por la ciudad con sus camisetas de Unknown Pleasures de Joy Division o el Smiley de Nirvana tan pichis, mientras los puretas los miramos con la indignación paternalista del que cree que no entienden el valor de lo que se llevan puesto o de lo que ven. También podemos aceptar que es ley de vida y sacar de ello lo positivo. Si gracias a Wheatley, Hammer y James se acercan a cierta novela de 1938, a cierta película de 1940 y a cierta actriz llamada Judith Anderson, hasta deberíamos darlo por bueno, por más que, poseídos por el eternamente travieso fantasma de Hitchcock, nuestro interior arda y se consuma como la mansión de Manderley.

Valoración:

FICHA TÉCNICA

Rebeca
  • Director:

    Ben Wheatley

  • Género:

    Drama, Romance, Suspense

  • País:

    Reino Unido

  • Sinopsis:

    Nueva revisión del clásico literario de Daphne du Marier, quien popularizó Alfred Hitchcock en 1940 con su propia adaptación. Una joven contrae matrimonio con un aristócrata, con el que se traslada a vivir a su mansión: Manderley. Sin embargo, la sombra de la anterior esposa del millonario, fallecida en extrañas circunstancias, se encuentra aún muy presente.

  • REPARTO: Kristin Scott Thomas, Lily James, Armie Hammer, Keeley Hawes, Ben Crompton

  • GUIÓN: Jane Goldman, Joe Shrapnel, Anna Waterhouse

  • VEREDICTO: El fantasma de Hitchcock sigue dando miedo.

  • DISTRIBUIDORA: Netflix

  • ESTRENO: 19/10/2020

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