Un jugoso viaje por las prósperas tierras de la 'poma' de Girona

  • Un paseo alternando mar y campiña por los límites entre el Alt y el Baix Empordà.
  • Desde el castillo de Torroella de Montgrí se contemplan los campos de manzanas.
  • Alt Empordà: campos cuajados de frutales y pequeños pueblos de piedra.
Las apetitosas manzanas de Girona, con la etiqueta que las diferencia.
Las apetitosas manzanas de Girona, con la etiqueta que las diferencia.
pomadegirona.cat
Las apetitosas manzanas de Girona, con la etiqueta que las diferencia.

Los manzanos que se sitúan a ambos lados de la carretera de Torroella de Montgrí cuajan sus ramas de flores en un estallido blanco y rosado. No son muy altos y aparecen alineados en hileras, protegidos del viento de la Tramuntana por los cipreses que se elevan al fondo.

Las fincas se inscriben con el nombre del productor, la variedad y el sello Poma de Girona. Y como el dominio de la Indicación Geográfica Protegida es amplio, acotamos la ruta a los límites entre el Baix y el Alt Empordà, desde Torroella de Montgrí a Sant Martí d’Empúries.

Si hay un punto geográfico desde donde observar la plenitud de este territorio es el castillo de Montgrí, una atalaya perfecta a 315 metros de altitud que fue testigo directo de los enfrentamientos entre la monarquía y el poder feudal en la Edad Media.

En Torroella, la Puerta de Santa Caterina anuncia la entrada a un casco urbano en el que pervive de manera patente su pasado medieval. Dejamos esta localidad y le damos la espalda al mar y a las Illes Medes, frente a l’Estartit, para tomar la GI-643. Entre plantaciones de manzanos, atravesamos el río Ter y poco después el Daró, que discurren plácidos y encajonados entre cañaverales, chopos y álamos.

Por ruinas ibéricas y pueblos medievales

En el pueblo de Serra de Daró tomamos a la izquierda la GI-644 hasta el poblado ibérico de Ullastret. Los restos arqueológicos hallados en las sucesivas excavaciones se pueden visitar en el Museo de Arqueología, situado en el mismo yacimiento: silos para el grano, cisternas para el agua, murallas y unas torres cuadradas y circulares de defensa de un asentamiento de los siglos VI al II a. C.

Si seguimos por la misma carretera llegamos hasta Peratallada, un pueblo que conserva el encanto de su trazado medieval y muy concurrido durante el verano. Retrocedemos hasta Parlavà, en cuyos alrededores abundan masías de viejo pedigrí, y allí tomamos la C-252 hacia Ultramort y Verges, este último conocido por su procesión del Jueves Santo.

Sin perder de vista los manzanos y, al fondo, el macizo del Montgrí coronado por su castillo, seguimos por la C-31 y la GIV-6302 en dirección a Sant Pere Pescador, población volcada al turismo sin haber sucumbido a sus estragos.

En el Alt Empordà

Un cartel indica que entramos en el Alt Empordà, pero el paisaje no se inmuta: campos ondulados cuajados de frutales y pequeños pueblos de piedra sumidos en un cálido o gélido letargo según lo marque el calendario. En Sant Pere Pescador dejamos a un lado el río Fluvià, ancho y perezoso en su tramo final, y tomamos la carretera GIV-6216 que conduce a las playas interminables y solitarias del Golfo de Roses.

Entonces veremos en el lado derecho, ordenados, los cultivos que hoy marcan nuestra senda y a la izquierda los límites del Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà, el segundo humedal protegido más importante de Cataluña después del Delta del Ebro.

El final de la ruta lo encontramos en el mar, y no en uno cualquiera. En esta orilla desembarcaron griegos y romanos, extendieron su imperio y aquí están sus restos. Dejamos el coche y entramos en las calles empedradas de Sant Martí d’Empúries, un reducto de casas de piedra de los siglos XV y XVI, hoy convertido en conjunto de veraneo.

El paseo tranquilo, en paralelo a la playa del Moll Grec (Muelle Griego) y a las dunas de arena lleva hasta las ruinas de Empúries, donde ya ha sido devuelta, restaurada, la bella escultura del dios Escolapio.

Los restos arqueológicos de esta ciudad greco-romana que, indudablemente, merecen una visita, se encuentran en el golfo de Roses, dentro del municipio de L’Escala. Desde las ruinas se ve esta localidad, un antiguo pueblo de pescadores reconvertido en un importante núcleo turístico.

Rincón de la poma de Girona

La poma de Girona se cultiva en las comarcas catalanas de La Selva, Baix Empordà, Alt Empordà, Gironès y Pla de l’Estany. Las temperaturas suaves y frescas de la zona con contrastes marcados entre el día y la noche, y la humedad e insolación elevadas durante el verano, dan unas manzanas de color perfecto y con un alto contenido en azúcar.

Las variedades que pueden llevar esta I.G.P. son: Golden (verde-amarilla, piel fina y lisa y calibre grande), Red Delicious (roja, lisa o estriada y calibre grande), Gala (bicolor, -rojo y crema- con estrías marcadas y calibre mediano) y Granny Smith (verde intenso con lenticelas blancas y calibre grande). Estas manzanas se comercializan en las categorías extra y primera envasadas en cajas o bandejas.

La manzana, al igual que otras frutas, tiene un bajo contenido energético y aporta hidratos de carbono y vitamina C. En su composición encontramos fibra –más si la tomamos con piel–, tanto soluble como insoluble, y flavonoides, que junto con la vitamina C proporcionan a este alimento capacidad antioxidante.

Fundación Española de la Nutrición

Lo que tienes que saber...

  • Productos de la zona
  • En toda la Costa Brava se pescan las especies más comunes del Mediterráneo y exquisiteces como la anchoa de L’Escala. El arroz de Pals, cuyo cultivo se remonta a 1452, es la base de sabrosos guisos.
  • Qué comprar
  • Vale la pena llevarse cerámica de La Bisbal y artículos relacionados con la actividad pesquera, como redes, ojos de buey o faroles. El frente marítimo de L’Escala se llena cada domingo de pintores locales, que luego venden sus acuarelas marinas. Ese mismo día recorre los pueblos un mercadillo bien surtido de viejos objetos de las masías: balanzas, relojes, azadas…
  • Mejor época para hacer la ruta
  • La primavera, por la floración de los manzanos, y el verano, para disfrutar de las playas.
  • Fiestas
  • En la noche del Jueves Santo tiene lugar la famosa procesión de Verges, que incluye la danza de la muerte. La fiesta mayor de Torroella de Montgrí es el 25 de agosto, por Sant Genís. Durante el verano se celebra también un festival de música clásica.
  • Sorpresa
  • La podemos encontrar en el Parc Natural dels Aiguamolls de l’Empordà con la ayuda de unos buenos prismáticos: observaremos patos, flamencos, cigüeñas y otros tipos de aves. En estas marismas formadas por la desembocadura de los ríos Fluvià, Muga, Ter y Daró también hay playas como la de Sant Pere Pescador.
  • Se puede entrar al parque por el Centro de Interpretación de Cortalet. De aquí surge un itinerario plano marcado por el lago del Cortalet, la Serpa y la Masona. Recorrerlo lleva un mínimo de 2 horas.
  • Visita obligada
  • El castillo de Torroella de Montgrí pone al alcance de la vista todo el Empordà, de los Pirineos al Mediterráneo, desde las Illes Medes hasta la bahía de Roses. Merece la pena subir la montaña calcárea de 315 m (1 hora de caminata), donde se alza la fortaleza cuadrada con cuatro torres cilíndricas terminada en 1302 en tiempos de Jaime I. La parte alta de los muros (13 m) se alcanza por una escalera metálica.
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