El Museo de Bellas Artes de Bilbao dedica una sala monográfica al pintor Joaquín Sorolla

El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha dedicado una sala monográfica al pintor Joaquín Sorolla, con la colaboración desinteresada de varios particulares que han cedido, en calidad de depósito, un total de 22 pinturas pertenecientes a sus colecciones.
Museo De Bellas Artes De Bilbao
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EUROPA PRESS
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El Museo de Bellas Artes de Bilbao ha dedicado una sala monográfica al pintor Joaquín Sorolla, con la colaboración desinteresada de varios particulares que han cedido, en calidad de depósito, un total de 22 pinturas pertenecientes a sus colecciones.

La selección de obras se presenta de forma permanente en las salas del primer piso del edificio antiguo del museo, dedicadas a las primeras décadas del siglo XX, gracias a la incorporación de obras procedentes de estos depósitos firmados por una duración inicial de tres años prorrogables.

Para la primera presentación se han seleccionado siete pinturas, que se presentan en la sala 25. Según han destacado desde el Museo bilbaíno, cinco de ellas son "piezas destacadas del extenso corpus" de obras pintadas por Joaquín Sorolla (Valencia, 1863-Madrid, 1923) en el transcurso de sus numerosas estancias en el País Vasco.

En concreto, podrán verse 'El borracho' (Zarauz, 1910), 'Asando sardinas' (Zarauz, 1910), 'Bebedor de sidra' (Lekeitio, 1910), 'María pintando' (1905), 'Muchachas en San Sebastián' (1912), 'Tipos del Roncal' (1912) y 'Mocita andaluza' (1914).

Este conjunto, han explicado, "viene a enriquecer la representación de Sorolla en la colección del museo", hasta ahora formada por las pinturas destacadas 'El beso de la reliquia' (1893), 'Retrato del pintor Mañanós' (1903) y 'Retrato de Unamuno' (c. 1912).

La selección de la obra de "uno de los artistas más importantes de la pintura española en el tránsito entre los siglos XIX y XX", se suma a la "extensa" representación de artistas vascos de ese mismo periodo y, sobre todo, a la de Ignacio Zuloaga (Eibar, Gipuzkoa, 1870-Madrid, 1945).

Sorolla y Zuloaga compartieron protagonismo en el panorama artístico del cambio de siglo, además de "una temprana fortuna crítica y una importante proyección internacional", con numerosas exposiciones y encargos en París, Berlín, Londres o Estados Unidos.

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