Aprendiendo a poner armonía entre los platos y los vinos

  • El maridaje exige una educación sobre la armonía de sabores y el contraste.  
  • Hay que atender también al modo de cocción o a la concentración de perfumes.    
  • El cava combina perfectamente con las fresas y también con la comida japonesa.
  • Es imposible la armonía perfecta con unas alcachofas o con platos de vinagre.
Cinco catavinos con cinco muestras de vino.
Cinco catavinos con cinco muestras de vino.
Francis Clack
Cinco catavinos con cinco muestras de vino.

Para entender la armonía entre los platos y los vinos hace falta no ver al plato como un todo, teniendo en cuenta únicamente en el producto original (carne o pescado) que lo compone. Hay que prestar también atención al modo de cocción de los alimentos o la concentración de perfumes que hay en estos para determinar el vino de acompañamiento.

Otro elemento importante en la elección de los vinos es la salsa. Por ejemplo, una mantequilla blanca batida casa muy bien con una mistela o un vino semidulce y una salsa especiada será recomendable acompañarla con un vino blanco fermentado en barrica.

Es igualmente importante interesarse por la guarnición del plato. Las legumbres verdes deben ser acompañadas por vinos ligeramente ácidos, los tubérculos por vinos más suaves, más acariciantes y definitivamente no deben ser dulces.

Por supuesto, para que se dé una armonía de sabores es indispensable utilizar buenos productos para preocuparse de combinar perfumes, sabores y texturas. Es importante que los perfumes que se combinen no choquen y resulten molestos al paladar por su fuerza. Los sabores, por su parte, se deben complementar y nunca anular unos a otros. Por ejemplo, un vino licoroso no casará nunca con un postre demasiado dulce. Por último, las texturas se deben respetar unas a otras. Si un vino posee mucha estructura se complementa con salsas suntuosas capaces de absorber sus taninos.

Sobre la combinación de vinos y platos, por ejemplo, el Barón de Chirel de Marqués de Riscal, que es un vino suave, se puede combinar con parrillas de pura carne. También casa bien con un cochinillo al horno. Por otra parte, el Riscal Blanco de Rueda, combina a la perfección con una paella de mariscos o un pescado en salsa de camarones.

Como es sabido, el cava combina perfectamente con las fresas pero también va bien con la comida japonesa.

Respecto a los vinos blancos de la variedad Chardonnay, una langosta a la parrilla, un pescado al vapor, o una pasta con mariscos serían el complemento perfecto. Pastas suaves, carnes a la parrilla y quesos no muy fuertes son perfectos para acompañar al vino tinto de la variedad Merlot. Por su parte, el Cabernet Sauvignon se acompaña con quesos semiduros, carne asada o al horno y con platos a base de conejo.

Los vinos más fuertes como los tintos crianzas, reservas o grandes reservas resultan perfectos para acompañar un lomo a la pimienta, un asado de tira a la parrilla o un queso duro. Por último, los tintos de la variedad Malbec pueden combinar a la perfección con la comida criolla, las parrillas y la carne de caza.

Y un consejo. No intentes nunca conseguir armonías perfectas con unas alcachofas o con platos en los que predomine el vinagre, ¡son imposibles de combinar!

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