Los BRICS tienen competencia: nubarrones y rivalidades entre las nuevas economías emergentes

De izda a dcha: la presidenta brasileña Dilma Rousseff, el presidente ruso Dmitry Medvedev, el primer ministro indio Manmohan Singh, el presidente chino Hu Jintao y el presidente sudafricano Jacob Zuma saludan a su llegada a la IV Cumbre de los Países BRICS celebrada en la India.
De izda a dcha: la presidenta brasileña Dilma Rousseff, el presidente ruso Dmitry Medvedev, el primer ministro indio Manmohan Singh, el presidente chino Hu Jintao y el presidente sudafricano Jacob Zuma saludan a su llegada a la IV Cumbre de los Países BRICS celebrada en la India.
Harish Tyagi / EFE
De izda a dcha: la presidenta brasileña Dilma Rousseff, el presidente ruso Dmitry Medvedev, el primer ministro indio Manmohan Singh, el presidente chino Hu Jintao y el presidente sudafricano Jacob Zuma saludan a su llegada a la IV Cumbre de los Países BRICS celebrada en la India.

Un viejo adagio económico, de tiempos de la Guerra Fría, aseguraba que cuando EE UU estornuda, Europa se resfría. Una versión más actual y menos occidentalizada del mismo podría ser: cuando los BRICSBrasil, Rusia, India, China y Sudáfrica–  estornudan, el resto, toda la economía mundial, echa mano de las medicinas.

Sobre los BRIC, los más adelantados entre los países con economías emergentes, se ciernen nubarrones: las dudas sobre el futuro a medio plazo de alguno de sus miembros, la perenne crisis de la deuda en la Unión Europea y la competencia de nuevos actores económicos. Tanto es así que el propio padre nominal de la criatura, el economista –hoy director– de Goldman Sachs Jim O'Neill, se pregunta en un reciente artículo si es necesario un replanteamiento de los BRICS.

Por otro lado, al margen de la economía, los BRICS siguen sin constituirse en un actor político con peso específico dentro de esa multipolaridad asimétrica en que ha devenido el mapa de las relaciones internacionales en el siglo XXI.

En marzo tuvo lugar la cumbre anual –la cuarta ya– de los BRICS. Fue en India, en Nueva Delhi. Sus conclusiones, más allá de un principio de acuerdo para la creación de un banco propio, se limitaron a vagos pronunciamientos sobre política internacional, relaciones bilaterales y exigencia de mayor participación en las instituciones globales (FMI y Banco Mundial).

Como apunta la investigadora Susanne Gratius en un artículo en la revista Foreign Policy "los BRICS se parecen cada vez más a las potencias tradicionales y sus cumbres apenas se distinguen de las que celebran los países del norte". En resumen, han perdido capacidad de sorpresa en sus decisiones y originalidad en sus planteamientos.

Más allá de los BRICS

Las siglas BRICS han alcanzado relativa fama incluso fuera de los ámbitos académico y económico. Pero hay vida más allá de ellas. En los informes macroeconómicos de los economistas se mencionan nuevos acrónimos –EAGLEs, NEST, MINT, Civetas– que engloban, en diferentes combinaciones, a todas las economías emergentes del planeta, y no solo a las de los BRICS.

Esta multiplicación de siglas puede significar dos cosas. Por un lado, los BRICS han dejado de monopolizar las esperanzas de crecimiento puestas en ellos por los economistas. Por otro, en un mundo cada vez más atomizado, donde las viejas reglas se resquebrajan, otras economías hasta ahora más débiles o secundarias están adquiriendo una importancia cada vez mayor.

Así, un informe de la división BBVA Research (de mayo de 2012) habla de "cambio de paradigma" en el estudio de los mercados emergentes y cuestiona por "selectivo" (¿por qué cuatro o cinco países solo?) y por dilatado en el tiempo ("un horizonte de 25 años es demasiado") el reinado de los BRICS en las próximas décadas.

BBVA Research prefiere hablar de EAGLEs, que serían, según su análisis, un grupo de países –China, Brasil, Indonesia, Corea, Rusia, México, Turquía y Taiwan– con economías pujantes que, en un plazo relativamente breve (10 años), alcanzarán al G6 en sus datos de crecimiento. Una de las fortalezas de esta denominación, según ellos, es que es un "concepto flexible", pues la admisión en dicho grupo depende del comportamiento económico.

Pero los EAGLEs tampoco agotan las combinaciones posibles entre los países emergentes. Los mismos analistas de BBVA Research mencionan en sus informes los NEST (un grupo de 15 economías entre las que estarían Vietnam o Colombia), mientras que gestoras como Fidelity optan por los MINT (México, Indonesia, Nigeria y Turquía) y el propio Goldman Sachs por Next-11. En resumen, una multitud de nuevos nodos, alianzas, conjuntos de países, que dibujan un panorama para las próximas décadas apasionante, pero también muy complejo.

Una incógnita llamada Europa

"Estamos preocupados por la situación económica mundial, pero especialmente por la inestabilidad en la Eurozona". Este el punto quinto de las conclusiones oficiales de la cumbre de Delhi, y expresa con meridiana claridad cuál es el principal temor en las cancillerías de los BRICS: El viejo Continente.

La UE y los BRICS son cada vez más interdependientes. Europa, con el agua al cuello, quiere que las economías emergentes actúen de salvavidas para su financiación a través de la compra de deuda; por su parte, este grupo de países, en especial China, buscan exportar en condiciones más ventajosas sus productos a un mercado con millones de consumidores potenciales.

Pero la crisis financiera persiste, las dudas cíclicas sobre el futuro del euro flotan en el ambiente y los BRICS, cuya gran baza es el crecimiento, temen que una UE que no carbure adecuadamente lastre sus economías y saque a la luz sus debilidades, con la burbuja inmobiliaria como principal amenaza.

Brasil e India, en el punto de mira

Los BRICS no son un bloque monolítico. No lo era antes de la crisis y ahora, tras cuatro años de permanente estado de shock económico, lo es todavía menos. Mientras Rusia mantiene el tipo, frente al pronóstico que la situaba virtualmente fuera del grupo de privilegiados, con un crecimiento anual cercano al 5%, Brasil o India han hecho saltar las alarmas por problemas cuyo alcance definitivo aún se desconoce.

India es, para muchos expertos, la economía más compleja dentro de los BRICS. También la más "contradictoria", según el citado Jim O'Neill. Su músculo demográfico le asegura un crecimiento continuado y rápido de su PIB. Por el contrario, su baja tasa de productividad y su débil posición fiscal son aspectos negativos que pueden lastrar su despegue definitivo como potencia económica en las próximas décadas.

Pero la economía que más dudas suscita es la brasileña. Recientemente, los analistas redujeron su previsión de crecimiento para este 2012 (del 1,62% al 1,57%) al tiempo que aumentaban la de la inflación hasta el 5,26% (en un país con una tasa ya de por sí elevada). Datos negativos que vendrían a confirmar con cifras objetivas el comienzo de la desaceleración.

"Brasil es un accidente a la espera de producirse", escribe el economista Juan Ignacio Crespo en su libro Las dos próximas recesiones (Deusto, 2012). Crespo vaticina el estallido de la burbuja inmobiliaria brasileña para una fecha en torno a 2016 y reflexiona sobre las causas: "De los años de Lula queda aspectos que algún día se volverán contra el desarrollo del país, como la expansión del sector público, que alcanzó el 40%, algo que en un país emergente, con baja preparación para absorber lo que eso significa, se traducirá en ineficiencias de todo tipo, despilfarro y falta de productividad".

¿Qué ocurre con China?

India, pues, es una incógnita; Brasil, una posible decepción. Pero, ¿qué pasa con China? China está en la encrucijada. Crece menos y exporta también menos. La segunda potencia económica, tras EE UU, tiene ante sí el reto de un cambio en el modelo de crecimiento que podría afectar a los cimientos de la sociedad, más aún en un país con un sistema de participación política y libertades muy limitado.

China, sumida actualmente en la lucha por la sucesión dentro del Partido Comunista, se enfrenta, según Crespo, a cuatro grandes retos: "Integrar a esa Alemania del Este que representan sus zonas rurales; otro, superar el estancamiento económico de los países que son sus clientes fomentado el consumo interno; un tercero, frenar el ritmo frenético de sus inversiones; y cuarto, probablemente el mayor de todos los desafíos, iniciar la transición a la democracia".

Además, está EE UU. Las relaciones económicas entre ambas potencias, aunque marcadas por la serenidad, el mutuo interés y la diplomacia de baja intensidad, están lejos de ser óptimas. Las tensiones, sobre todo relacionadas con la política monetaria (lo que se conoce como 'guerra de divisas', la competición para devaluar las monedas para ganar competitividad) y los privilegios comerciales, son habituales. Sin ir más lejos, China y EE UU tienen más de 22 litigios abiertos en la Organiación Mundial de Comercio (OMC) y se acusan mutuamente de utilizar subvenciones, aranceles 'anti-dumping' y medidas compensatorias para beneficiar a sus industrias nacionales.

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