Esperanza Aguirre Gil de Biedma anunció este lunes a los sesenta años, que deja el cargo. La expresidenta, aristócrata, angloparlante, llamada popularmente "la Espe" o "la lideresa", es una convencida de que al triunfo se debe llegar con esfuerzo y convirtió en su lema la expresión "pico y pala", que ha repetido muchas veces para animar a sus compañeros del Partido Popular (PP) y a sus colaboradores.

Con esta frase por bandera no le ha importado montar en bici, subirse a un columpio infantil, vestirse de chulapa, pintarse los colores de la selección española o ponerse mil y un trajes con tal de acercarse a sus votantes y demostrar una simpatía que, no obstante, también ha dejado asomar su carácter autoritario.

Los trajes deportivos han sido sus preferidos. Aguirre se ha vestido con las camisetas del Real Madrid, el Atlético de Madrid, el Getafe, el Rayo Vallecano y el Alcorcón. También se ha enfundado los maillots del Tour, el Giro y la vuelta del ciclista Alberto Contador, así como la del jugador de baloncesto Pau Gasol. Ha posado con las raquetas de Rafa Nadal y Fernando Verdasco, además de con el Ferrari de competición del piloto de Fórmula 1 Fernando Alonso, entre otros muchos.

"Seguramente, es la política que más sabe comunicar en imágenes", explicaba el politólogo Yuri Morejón a 20minutos.es a tenor de su enésimo 'disfraz', la máscara que se plantó durante la visita a una residencia de ancianos en enero de este año. "Su objetivo es doble, Por un lado, al ofrecer una foto llamativa se se garantiza un espacio en los medios. Por otro, se viste como la gente que le rodea porque sabe que cada mano que estrecha puede convertirse en un voto", añade.

Durante su mandato como presidenta de la Comunidad de Madrid, Aguirre ha superado todo tipo de percances. La lucha contra el cáncer de pecho que se le diagnosticó en febrero de 2011 es el último de ellos.

Antes, salió ilesa (solo recibió un vendaje) del desplome de un helicóptero en Móstoles en diciembre de 2005. Ni siquiera quiso pasar por el hospital y continuó con su agenda, mientras Mariano Rajoy tuvo que ser atendido. En noviembre de 2008, logró escapar de una cadena de atentados en Bombay mientras parte de la delegación que le acompañaba tenía que pasar horas de miedo retenida en el país.

"Perdí las alpargatas, salí descalza y pisé sangre", dijo a su llegada a Madrid, donde se presentó con sandalias y calcetines para una estudiada comparecencia en la que le respaldaron todos los miembros de su Gobierno. A continuación, bromeó sobre su buena estrella: "Voy a poner una alfombra antideslizante en la bañera".

Despreocupada y espontánea, durante su etapa como ministra de Educación y Cultura en el Gobierno de Aznar, Aguirre respondió con esta franqueza a una pregunta en una entrevista en la Cadena Cope asegurando que no sabía quién era Santiago Segura, director cinematográfico de moda entonces.

"La dirigente también ha sido hábil para salvarse en muchas ocasiones de las críticas o las réplicas a sus opiniones, dulcificó una frase de un personaje de Mario Vargas Llosa en "Conversación en la catedral" cuando dice "¿en qué momento se jodió el Perú?". Ella dijo "¿Cuándo se jorobó el Perú?".

Era un día de julio de 2011 y ella anunció que "suavizaba" la frase "para que no se diga que soy tan malhablada". El día anterior había sido grabada cuando le decía al entonces alcalde Alberto Ruiz-Gallardón que el Gobierno de la comunidad de Madrid no tenía "ni un puto duro". En 2008 en un discurso en Nueva Delhi contó que su abuelo le había dicho: "Que pena que no hayas nacido hombre. Si hubieras sido un chico llegarías a ministro".

"Yo no soy monedita de oro. Yo digo lo que pienso", advertía el pasado mes de abril de nuevo. Sus consejeros y los ingenieros y arquitectos que diseñan las infraestructuras regionales lo saben bien. Aguirre es capaz de discutir y dar órdenes, sin despeinarse, tanto acerca de los ruidos del metro como de la situación de un parking en una escuela infantil o del equipamiento de las urgencias de un hospital.