
Pequeños ayudantes
Uno de los aspectos más llamativos, según la profesora, es comprobar cómo los mayores se involucran en la educación de los pequeños y les ayudan en sus tareas.
Matemáticas y lengua son las asignaturas en las que más se incide en el aula, en la cual el niño puede estar desde una semana hasta más de un mes, pero no son las únicas. La lectura y los ordenadores con Internet también están presentes. «Los libros ayudan a pasar muchos ratos de aburrimiento y con las nuevas tecnologías hemos podido hacer videoconferencias con otras clases», informó.
Actividades artísticas
Además de aprender, los niños también pueden fomentar su creatividad tanto literaria, creando sus relatos, como artística, con manualidades y visitas virtuales a museos. «En las fechas especiales hacemos otras cosas. En carnavales se disfrazan y en Navidad hay un teatro en el que participa el personal de la planta, los padres y los menores», añadió.
No hay nada comprobado, pero la experiencia hace casi afirmar que esta escuela puede acelerar la cura. «Hay dolencias en las que todo esto sirve de estímulo». Para los padres también es una gran ayuda. «Saben que durante las horas de clase, las mismas que en el colegio, sus hijos están cuidados», finalizó.
Apoyo domiciliario
El trabajo desarrollado aquí termina cuando el niño recibe el alta. Pero, ¿y si el menor aún no puede acudir al colegio? En ese caso comenzaría a funcionar un equipo de atención domiciliaria que se encargaría de ayudar en las tareas educativas allá donde viva el enfermo.
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