La escuela ha sido muestra del aumento de la población inmigrante en nuestra ciudad: el 30% de los estudiantes son extranjeros. La formación es eminentemente práctica, con uno o dos años de duración.
En la fundación también cuentan con un centro sociolaboral donde se enseña una profesión a chicos de 14 y 15 años derivados por sus institutos. «Reciben clases de fontanería, albañilería y soldador, actividades muy demandadas en los últimos años», explica Alfonso Dolset, coordinador de centros.
La inserción laboral es muy alta, con un 91% de colocados en la escuela de hostelería y un 64% en el resto. Hay alumnos que vuelven al sistema escolar reglado para lograr algún título superior.
Por último, la fundación ayuda a la inserción laboral de jóvenes discapacitados entre 16 y 30 años. Se les ofrece formación práctica y habilidades sociales en diversos talleres y se les introduce en el mundo laboral. Para ello han creado dos pequeñas empresas de montaje y envasado.
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