El poeta y abogado palentino, Jesús Alonso, ha realizado un repaso por su infancia y por la historia de algunos santos palentinos durante su discurso en el pregón literario que ha tenido lugar durante la tarde de este martes en el teatro Principal de Palencia.

Alonso ha recordado la leyenda del patrón de la ciudad, San Antolín, y la de Santo Toribio, aunque se ha centrado en sus años de infancia en la capital palentina.

Una infancia "feliz" ha asegurado, que transcurrió en la calle Teniente Velasco y durante la que le marcó la gente que le educó, en referencia no solo a sus padres, tíos o profesores del Colegio La Salle, sino "el innumerable tropel de gente que por entonces se ganaba la vida en la calle y llamaba constantemente a su puerta".

Gente que le hizo amar la lengua popular castellana y que a día de hoy le entristece ver como "cada día se deteriora más y lleva camino de malbaratarse".

El poeta ha recordado "el gusto que le da regresar a su país natal y oír los nombres, ya casi olvidados, de los aparejos y las artes de los viejos oficios", al tiempo que ha añadido que en la actualidad las conversaciones están llenas de "neologismos, anglicismos y onomatopeyas chuscas".

Alonso también ha hablado de sus otros maestros, sus compañeros y amigos de la infancia que le ayudaron a descubrir "los escabrosos vericuetos de lo desconocido y lo prohibido".

También ha descrito a la Palencia de hace años como "una ciudad levítica" donde "los clérigos y los frailes vestían con sotana y hasta con bonete y todas las monjas con toca", mientras que los domingos se veía a los seminaristas pasear por la calle Mayor y la orilla del río.

Además, el poeta palentino no ha olvidado la llanura castellana y los veranos en el pueblo natal de sus padres, "una especie de Arcadia ideal para que un niño de ciudad y colegio de pago se pudiese desfogar a gusto entre los pollinos, los trillos y los montones de paja".

Tras el recuerdo, ha llegado el presente, en el que "Palencia ha cambiado" según las palabras de Alonso, aunque para él, aún conserva "algo de eterno que no debería cambiar nunca".