La masacre de 34 mineros en Sudáfrica evoca el fantasma de la violencia del "apartheid"

  • Se trata de la intervención policial más sangrienta que tiene lugar en Sudáfrica desde 1994, cuando acabó el "apartheid".
  • El suceso se saldó además con 78 heridos y 259 detenidos.
  • La Policía afirma que abrió fuego para protegerse porque varios manifestantes tenían machetes y armas de fuego.
  • "La Policía tenía instrucciones de disparar contra nosotros. La mayoría solo llevábamos palos", relata uno de los trabajadores de la mina.
Unos policías inspeccionan los cuerpos sin vida de unos mineros abatidos en los tiroteos acontecidos cerca de una planta minera en Rustenburgo.
Unos policías inspeccionan los cuerpos sin vida de unos mineros abatidos en los tiroteos acontecidos cerca de una planta minera en Rustenburgo.
STR / EFE
Unos policías inspeccionan los cuerpos sin vida de unos mineros abatidos en los tiroteos acontecidos cerca de una planta minera en Rustenburgo.

La muerte este jueves de 34 mineros por disparos de la policía en Sudáfrica sacudió este viernes a la sociedad de este país, que ha vuelto a recordar los momentos más duros del antiguo régimen de segregación racial del "apartheid".

La comisaria general de la Policía sudafricana, Riah Phiyega, confirmó este viernes las muertes, ocurridas durante unas protestas en la mina de platino de la empresa Lonmin en Marikana, a unos 100 kilómetros de Johannesburgo, donde hubo también 78 heridos.

Esta es la intervención policial más sangrienta que tiene lugar en Sudáfrica desde 1994, cuando acabó el "apartheid", el régimen impuesto por la minoría blanca sudafricana desde 1949.

Además, un total de 259 personas fueron detenidas por los altercados de Marikana, precisó Phiyega en una rueda de prensa.

La jefa policial subrayó que los agentes tuvieron que "usar la fuerza para protegerse" cuando los mineros, algunos ellos provistos de machetes y armas de fuego, rebasaron un cordón de seguridad.

La comisaria, que dio la orden para usar la fuerza, mostró vídeos grabados por la Policía en los que supuestamente se ve cómo los manifestantes abrían fuego contra los agentes.

3.000 mineros en huelga

Cerca de 3.000 trabajadores en huelga desde el pasado viernes se habían hecho fuertes en una colina, armados con lanzas, machetes y armas de fuego, junto a la mina de Marikana.

La situación en Marikana era este viernes tensa, con un fuerte dispositivo policial para contener una posible repetición de los disturbios.

En el hospital del complejo minero, decenas de personas aguardaban para conocer el estado de los heridos: "aún no sabemos quién está herido o no. La gente no sabe qué ha sido de sus familiares", dijo un minero bajo condición de anonimato.

"La Policía tenía instrucciones de disparar contra nosotros. Había algunas personas armadas, pero la mayoría solo llevábamos palos", relató otro de los trabajadores de la mina.

La violencia en la mina de platino se había cobrado ya diez víctimas mortales antes de la matanza del jueves, entre ellas dos policías, dos guardias de seguridad y seis mineros, tanto en choques contra la Policía como entre sindicatos rivales.

La Asociación de Trabajadores de la Minería y la Construcción (AMCU), que convocó la huelga en Lonmin para exigir mejoras salariales, pugna con la Unión Nacional de Mineros (NUM), sindicato mayoritario, por atraer más afiliados que su rival en el país.

"Estamos muy tristes por esta pérdida de vidas que podría haberse evitado", indicó el secretario general de la NUM, Frans Baleni.

El presidente ha vuelto a Sudáfrica

La gravedad de los disturbios forzó este viernes al presidente de Sudáfrica, Jacob Zuma, a abandonar Maputo, donde debía asistir a la cumbre de la Comunidad para el Desarrollo del África Meridional (SADC), para regresar a su país y hacerse cargo de la crisis.

En un comunicado oficial, Zuma se declaró "conmocionado y consternado por esta violencia sin sentido", y abogó por "el orden democrático para resolver cualquier disputa mediante el diálogo sin violencia y sin incumplir la ley".

La respuesta policial desató las críticas de partidos políticos y asociaciones civiles, que reclamaron una investigación del suceso, así como comparaciones con masacres similares del "apartheid" .

El Congreso Nacional Africano (CNA), al que es afín la NUM y que lleva en el poder desde que Nelson Mandela lo llevara a la Presidencia en 1994, reclamó una "investigación exhaustiva" y mostró su consternación por la tragedia.

La Alianza Democrática (DA), principal partido de la oposición, pidió a los sindicatos y la Policía que rebajen la tensión, y subrayó que "las familias de la víctimas y toda la nación tienen derecho a saber que pasó y por qué ocurrió este baño de sangre".

Por su parte, Lonmin, cuyas acciones llegaron a caer hasta un 8% tras la masacre, lamentó "profundamente" el suceso, pero puntualizó que "es claramente un asunto de orden público más que de relaciones laborales".

El fantasma del 'apartheid'

La muerte de los 34 mineros ha reavivado en Sudáfrica el fantasma de la violencia del "apartheid" y el recuerdo de la matanza de Shaperville de 1960, en la que fallecieron 69 trabajadores por disparos de los agentes del régimen segregacionista.

El diario local Times afirmó este viernes que las imágenes de Marikana "son horriblemente familiares" y "parecen venir de aquel pasado de Sudáfrica en que los choques entre la Policía y la población civil eran habituales, pero ésta ya no es la época del 'apartheid'".

Dieciocho años después del fin del "apartheid", la situación política en Sudáfrica es distinta, pero muchos trabajadores negros, como los mineros, siguen excluidos de los beneficios de la primera economía emergente de África y viven en precariedad.

Para el periódico local The Sowetan, la masacre de Marikana deja al descubierto "una bomba de relojería que ha dejado de hacer tic-tac y ha explotado", en referencia al malestar de los sectores más desfavorecidos de la sociedad sudafricana.

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