Una veintena de personas han protestado este viernes ante la oficina que Ibercaja tiene en el centro de Vigo por la ruptura de un acuerdo verbal que la entidad financiera había alcanzado con un cliente que corre riesgo de desahucio.

La acción, promovida por la plataforma Stop Deshaucios y secundada por el cliente y su familia, tuvo lugar a las 11.30 horas y ha requerido la presencia de tres agentes de la Policía Nacional, que han impedido el acceso de los integrantes de la protesta a la sucursal bancaria. En ella, el afectado, Leandro Vázquez, se ha subido a una caja y ha simulado una crucifixión.

La protesta ha surgido, según relató Vázquez, tras la negativa de la dirección de la oficina de condonar casi un tercio de la deuda que éste mantiene con el banco debido a la imposibilidad de seguir pagando su hipoteca, que en la actualidad asciende a 143.000 euros.

Según aseguró, la oficina se comprometió a perdonarle esa cantidad de dinero si encontraba un comprador para el inmueble, pero reveló que recientemente Ibercaja decidió echarse atrás "por sorpresa".

Vázquez halló un comprador que desembolsaría 65.000 euros por el inmueble, lo cual le permitiría sufragar una parte del préstamo hipotecario. También indicó que la caja accedió a renunciar al 60 por ciento de los 78.000 euros restantes y refinanciar el resto para poder pagar unas cuotas inferiores a 150 euros mensuales "que resultarían asumibles".

La casa paterna figura como aval

Este afectado dice que desconoce los motivos que han llevado a los representantes de la oficina a un cambio de postura pero sospecha que la entidad quiere quedarse con la vivienda unifamiliar de sus padres, que fue presentada como aval en el momento de firmar la hipoteca.

Según valoraron los propios progenitores, esta casa podría estar valorada en 300.000 euros, aunque sobre ella también pesa un préstamo de 150.000 euros con Novagalicia Banco, cuyos pagos se encuentran a la orden del día.

Vázquez, que se encuentra en situación de desempleo, adeuda al banco además 8 mensualidades y, tal y como afirmó, "los intereses están incrementando la deuda". Además, su precaria situación económica le está impidiendo pasar la pensión a su hija de 8 años, que vive con su madre en O Porriño (Pontevedra), y tampoco le permite visitarla por carecer de "los medios necesarios".