El historiador y académico zamorano Quintín Aldea cuenta, desde este miércoles, con una calle en la capital con su nombre, situada en el barrio de Pinilla, entre la calle Cantón y la carretera de Cañizal, junto a las instalaciones deportivas del barrio y donde se encuentra la sede del Centro de Acción Social-CEAS de la zona Sur.

La denominación de esta calle obedece precisamente a su ubicación, junto a la carretera "que lleva a su localidad natal y en un barrio de conjunción entre el espacio urbano y la Zamora rural con la que tanto se sentía identificado", ha explicado la alcaldesa de Zamora, Rosa Valdeón, durante el acto de descubrimiento de la placa.

La ceremonia ha sido sencilla "pero emotiva", como reconoció la alcaldesa, y contó con la presencia de representantes de las instituciones zamoranas, de sus familiares y vecinos del barrio de Pinilla y de su localidad natal Gema del Vino.

La propia Rosa Valdeón y Nicasio Aldea Vaquero, el hermano de Quintín Aldea, descubrieron la placa que lleva su nombre justo en la confluencia con la carretera de Cañizal.

La designación del nombre del historiador a una calle fue acordada por unanimidad de todos los grupos políticos en el pleno de la corporación municipal del pasado 23 de febrero, tras su muerte el día 30 de enero.

En su intervención, la alcaldesa dijo que con este acto el Ayuntamiento quiere "reconocer y perpetuar la memoria" de alguien "que fue uno de los nuestros, una persona con grandes méritos académicos pero con una calidad humana extraordinaria y que siempre ha estado vinculada a su tierra".

Pero fue el historiador y también concejal del Ayuntamiento, Miguel Angel Mateos, el encargado de glosar la figura de Quintín Aldea, de quien destacó tres aspectos fundamentales que definieron su persona y su obra: por una parte, su condición de jesuita de lo que se derivó su "gran conciencia social propia del jesuitismo"; su condición de historiador que, además de su labor investigadora y docente, le llevó a participar en algunos de los grandes diccionarios históricos españoles, y su faceta la de "zamorano universal" que ejerció como tal allí donde estuviera.

"Es raro que en sus libros no tocara algún aspecto de la historia vinculado con Zamora", señaló antes de que, entre las acciones concretas, Miguel Ángel Mateos destacara la labor de Quintín Aldea en la creación del Instituto de Estudios Zamoranos 'Florián de Ocampo', la restauración de portada de la Majestad de la colegiata de Toro o de los tapices de la catedral de Zamora, y la realización el monumento al insigne militar del siglo XIX Pablo Morillo, para lo que consiguió la participación de cinco academias nacionales y la intervención de los escultores zamoranos, Ramón Abrantes y Ricardo Flecha.

El acto inaugural concluyó con la actuación del grupo de coros y danzas Doña Urraca, que interpretó algunos de los bailes más reconocidos del folclore zamorano.