No les falta razón. Mientras las consultas tienen vistas a los edificios de la calle Orillamar, las salas de espera dan al gran ventanal que hay en la parte posterior, junto al cementerio. «Uno llega enfermo, y sólo pensará ‘para ahí me voy’», dijo Falagán.
Carlos Fernández. 75 años, jubilado. «Por lo menos está cerca de casa. El de la Torre era antihigiénico: salías más enfermo de lo que entrabas. Ahora, lo que hace falta es que todos los usuarios cuidemos bien el centro de salud y que dure muchos años».
Susa Ventureira. 75 años, ama de casa. «De momento sólo he venido a pedir cita, pero me gusta porque sigue el mismo horario y la buena atención, pero más cerca de casa. Lo que más me gusta, un ascensor enorme que hay para subir hasta las consultas».
Francisco Esmorís. 68 años, jubilado. «Da muy buena impresión, al menos a primera vista. Hay otros centros más grandes, pero creo que aquí hay espacio suficiente y los servicios son más completos. Lo mejor, que está más cerca de nuestras casas».
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