En Bristol se puede descubrir la arquitectura de época trufada con la modernidad europea. Una ciudad que en los últimos tiempos se ha revitalizado, fundamentalmente gracias a la reforma de toda la zona junto al río.

El lugar donde comenzó su carrera Cary Grant se caracteriza por sus mercadillos (como el de St Nicolas o el Corn Exchange), aunque la zona de compras comienza en Park Street, una empinada calle en el centro de la ciudad. No hay que perderse la catedral o el puente de Clifton, que cuelga sobre un impresionante desfiladero. Un paseo en ferry y zascandilear por las tiendecitas de Clifton Village, son buenas opciones para completar la jornada.

A tan sólo diez minutos en tren se encuentra la georgiana ciudad de Bath, patrimonio de la humanidad. Lugar de descanso de la alta burguesía londinense en el siglo xviii, ideal para pasear. Los baños romanos, la Royal Crescent (calle real en la que los edificios forman una armoniosa media luna) o el puente Pulteney (con tiendas en su estructura) son los ejes de esta acogedora ciudad.

Dos opciones para las que, con un poco de previsión, se puede encontrar un vuelo directo a precio muy reducido.

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