El reúma no es de adultos sólo: 1.500 niños lo sufren

Hay chavales en la Comunitat que acaban en silla de ruedas. La dolencia se les cronifica o les reaparece en forma de brotes. Afecta incluso a los bebés
«Me trajeron a un niño de diez años que había tenido varios esguinces en el mismo tobillo. La madre me decía que era muy quejica. Cuando lo reconocí, descubrí que tenía 15 articulaciones inflamadas. Era un santo», cuenta la doctora Calvo, responsable de la Unidad de Reumatología Pediátrica del Hospital La Fe.

Éste es uno de los 1.500 niños de la Comunitat que sufren enfermedades reumáticas. «El problema de estas enfermedades es que se diagnostican tarde y son poco conocidas, cuando tienen la misma prevalencia que la diabetes», explica Calvo.

Llegan de toda España

En la unidad de La Fe (es una de las más fuertes, junto con la del Hospital La Paz de Madrid y la del Vall d’Hebron de Barcelona) «tenemos desde bebés de 13 meses hasta adolescentes, algunos no se pueden mover de la cama y otros van en silla de ruedas». También les llegan niños de Albacete, Murcia, Teruel o Galicia.

La enfermedad puede aparecer de forma lenta o de un día para otro. Además, es de por vida. «Con el tratamiento logramos remitirla, pero un alto porcentaje de niños vuelve a tener un brote a los diez años y otros de manera continua», apunta.

¿Cómo saber si su hijo la tiene? Éstos son algunos de los síntomas: al niño que la padece le cuesta moverse porque afecta al esqueleto y a los huesos, también puede afectar a la piel (salen manchas), a los ojos, que se ponen rojos y duelen (esto suele pasarles más a las niñas), y al corazón.

Si se diagnostica demasiado tarde puede degenerar en artrosis. De hecho, en algunos casos «hemos tenido que poner prótesis de cadera a algunos niños».

A pesar de que son patologías crónicas, «nuestro objetivo es que los niños o adolescentes hagan una vida completamente normal».

Piso de acogida  y psicólogo

Aspanijer (Asociación de Jóvenes y Padres de Niños con

Enfermedades Reumáticas) nació en 2001, la forman 400 padres y tienen un piso de acogida para que se queden allí «los niños que vienen de fuera para recibir tratamiento tres o cuatro días, y así no hace falta que ingresen, o para que se queden los padres cuando al niño le da un brote», dice la doctora. El piso (lo llaman «hogar fuera del hogar») siempre está lleno. Esta asociación también cuenta con una psicóloga porque, sobre todo los adolescentes, lo pasan mal. Por ejemplo, «hay un niño de trece años que lleva seis meses en la cama sin moverse y al que le ha cambiado hasta el físico».

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