Una escapada a las alturas de Ronda, crisol español de culturas

Vista nocturna del famoso Tajo de Ronda.
Vista nocturna del famoso Tajo de Ronda.
Fundacion El Legado Andalusí
Vista nocturna del famoso Tajo de Ronda.

A escasos kilómetros de la Costa del Sol se alza Ronda, una ciudad que con algo más de 35.000 habitantes muestra en sus calles el crisol de culturas español. De los asentamientos prehistóricos de los que existen vestigios en su casco viejo al ibérico que los romanos adaptaron se convirtió después en ciudad visigoda y, posteriormente, musulmana hasta la Reconquista. Todas las grandes civilizaciones dejaron así su huella.

Ronda es así mucho más que tauromaquia y la época del bandolerismo, aunque se trata de dos reclamos casi imprescindibles para quien visite la acogedora ciudad malagueña, atravesada por un río, el Gualadelín, que corta de cuajo la meseta sobre la que se asienta y confiere una personalidad propia a una de las cunas de Andalucía, que acogió la asamblea en la que se eligieron el escudo, himno y bandera de la actual autonomía, que a principios de los ochenta recogió esta herencia.

La cultura romana dejó su huella en el propio centro de Ronda, pero especialmente en la entonces vecina Acinipo, un asentamiento en gran estado de conservación y del que se puede visitar incluso su teatro.

La conquista musulmana impulsó la pequeña cabecera de comarca visigótica que fue la Ronda visigótica, y un paseo por su calles evoca el modo de vida y aspecto de las ciudades musulmanas de Al-Andalus y de uno de los periodos más florecientes de la historia rondeña, con la ciudad convertida en capital de provincia, en taifa tras el desmembramiento del Califato y, por último, en un enclave defensivo del Reino de Granada en la última fase de la Reconquista, una época convulsa de la que ha heredado el encanto de las ciudades amuralladas.

La época cristiana, que se abrió en 1485, se deja ver en estructuras urbanas más amplias de la Castilla que caminaba entre la Baja Edad Media y la Moderna, y que conviven con la plaza de toros y el Puente Nuevo, herencia de otro de los periodos florecientes: el del siglo XVIII, y construido sobre la Garganta del Tajo, que ya de por sí constituye un monumento natural. Todos estos elementos conviven en su casco histórico, y se dejan ven en calles como Carrera Espinel, también conocida como calle de la bola, y que constituye la principal vía comercial y por lo tanto parada recomendada.

La leyenda de la ciudad se fragua, sin embargo, a principios del siglo XIX, cuando la invasión napoleónica no solo provoca una fuerte crisis y reduce drásticamente la población a casi un tercio, sino que provoca el nacimiento de una figura: la del bandolero. Convertidos de asaltadores de caminos en guerrilleros durante la Guerra de la Independencia, la literatura idealizó esta figura, que dejó profundas huellas.

El Museo del Bandolero, que recoge toda la tradición e imagen romántica rondeña del XIX, el Museo Taurino, el Centro de Interpretación del Vino y los baños árabes son otros ejemplos que simbolizan la cultura y tradiciones rondeñas, como su Serranía.

Algunas pistas

Dónde comer: Restaurante Pedro Romero, Restaurante Savoy, Casa Clemente.

Dónde dormir: Parador de Ronda, Molino del Arco.

Fiestas: Semana Santa (de interés turístico nacional), Feria de Mayo, Virgen de la Cabeza (primer domingo de julio), Corpus Chiquito (junio).

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