El viento comenzó pasadas las 6.00 horas, pero sopló con mayor intensidad entre las 8.30 y las 9.30 horas (con rachas de 115 km/h). Las temperaturas fueron suaves todo el día y la lluvia sólo apareció a las 15.30 horas. Media hora después, el Instituto Nacional de Meteorología despedía un ciclón que no fue tan intenso como se preveía.

Pero al Gordon le bastó una hora (de 8.30 a 9.30) para cortar la avenida Alfonso Molina diez minutos por la caída de vallas, cerrar la plaza de España por el desprendimiento de ramas, derribar árboles en A Palloza y en Santa Margarita, y postes eléctricos, aunque no hubo cortes. Incluso para derribar la emblemática manzana del árbol de Newton, en la Casa de las Ciencias. En el puerto, donde no hubo descargas de carbón, un gran remolino barrió la basura del muelle Centenario. El 080 realizó un total de 66 salidas, la mayoría (56) por la mañana.

Pero pese a los daños materiales, sólo cuatro personas resultaron heridas leves: un hombre con un golpe de teja en la cabeza, una paciente del hospital Abente y Lago a la que se le cayó la ventana sobre la cama, y un arteixán que sufrió el impacto de un eucalipto. El cuarto, en A Laracha.

En Alvedro, diez vuelos cancelados

El aeropuerto de Alvedro tampoco se libró de la furia del Gordon: de 8.30 a 11.30 horas dejaron de operar un total de diez vuelos con origen y destino a Barcelona y Madrid por la fuerza del viento. Algunos se desviaron a Santiago y otros dieron la vuelta hacia su lugar de origen. Desde el mediodía, las conexiones internacionales con Lisboa, Londres y París salieron con normalidad.

¿Era el ‘Gordon’ tan fiero como lo pintaban?

Alba Romero. Estudiante, 25 años.

«A mí me cogió en casa, pero incluso esperaba que no tuviese tanta incidencia como la que realmente tuvo. Menos mal que la Xunta decidió suspender las clases, siempre es mejor prevenir que lamentar las posibles consecuencias».

Ana Manteiga. Educadora infantil, 25 años.

«Esperaba que fuese algo más intenso. A nosotros nos dieron la voz de alarma en el colegio y esperábamos una catástrofe. De todos modos, he visto muchos restos de antenas y tejados por la calle, así que no creo que haya sido ninguna broma.»