La distorsión psicodélica de la banda atrae desde los ya remotos años ochenta a hippies, rockeros y personajes de diverso corte con igual magnetismo. Un cuarto de siglo sobre los escenarios y un buen puñado de álbumes después, Rudi Protrudi y sus secuaces han adquirido con su atronadora presencia un halo de misticismo que los transforma en unos imprescindibles de la escena musical internacional. Por lo menos aseguran algo: una actuación que convertirá a los asistentes neófitos en creyentes o ateos de por vida.
* Sala Stereo. C/ Pintor Velázquez, 5. Domingo, 22 h. 12 €.
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