Un hombre cumplirá 11 años de cárcel por agredir, insultar y humillar a su mujer e hijos durante años

Un hombre ha aceptado cumplir 10 años y nueve meses de prisión por agredir, insultar y humillar tanto a su mujer como a sus dos hijos durante años en la vivienda que compartían en la localidad valenciana de Llosa de Ranes. El procesado pudo ser finalmente detenido después de que uno de sus hijos le lesionara con una navaja cuando éste intentaba matar a su madre.
El Acusado Durante La Vista En Valencia
El Acusado Durante La Vista En Valencia
EUROPA PRESS
El Acusado Durante La Vista En Valencia

Un hombre ha aceptado cumplir 10 años y nueve meses de prisión por agredir, insultar y humillar tanto a su mujer como a sus dos hijos durante años en la vivienda que compartían en la localidad valenciana de Llosa de Ranes. El procesado pudo ser finalmente detenido después de que uno de sus hijos le lesionara con una navaja cuando éste intentaba matar a su madre.

El hombre, de unos 52 años y exentrenador de tenis, se enfrentaba inicialmente a una pena de 24 años de prisión —tal y como reclamaba el ministerio fiscal— por un delito de homicidio en grado de tentativa; otro de maltrato habitual en el ámbito familiar; un delito continuado de agresión sexual; y otro de malos tratos. No obstante, finalmente cumplirá 10 años y nueve meses de cárcel al aceptar este lunes, en la sección primera de la Audiencia Provincial de Valencia, los hechos que se le imputan y después de que el fiscal haya incluido el delito sexual dentro del tipo del delito de malos tratos.

Asimismo, el hombre tendrá que estar 25 años sin poder aproximarse o comunicarse con su mujer; e indemnizará a ésta con 53.025 euros, y con 6.000 euros a cada uno de sus hijos por los daños morales y las secuelas psicológicas.

El ministerio fiscal también acusaba en este procedimiento al hijo mayor del acusado por un delito de lesiones, por clavar a su padre una navaja cuando éste atacaba a su madre. Sin embargo, pedía y ha conseguido su libre absolución por la eximente completa de legítima defensa.

El hombre, que lleva poco más de un año en la cárcel y desde entonces no ha mantenido contacto con su familia, —tal y como ha confirmado su letrado en declaraciones a los medios de comunicación— se casó con su mujer en 1985, y tuvieron dos hijos. La pareja pasó los 13 primeros años de relación sin ningún tipo de incidente.

Hasta que en julio de 1998 comenzaron los problemas, cuando tras una discusión, el hombre cogió fuertemente del cuello a su mujer, la levantó y la tiró al suelo. Un año más tarde, en 1999, el procesado volvió a cogerla del cuello y a amenazarla por no querer mantener relaciones sexuales con él.

Las discusiones a partir de esta fecha se hicieron cada vez más frecuentes. Asimismo, la mujer, durante todos estos años hasta que el hombre pudo ser detenido, tuvo que ceder a mantener relaciones sexuales con éste ante el miedo que le daba por si le agredía físicamente o por si rompía el mobiliario de la vivienda.

Comerse las heces

Durante este mismo periodo, cuando sus hijos eran menores de edad, el hombre aprovechaba cualquier situación, como el hecho de que éstos llegasen con retraso a casa, para golpearles con el cinturón o darles puñetazos en la cabeza. Asimismo, obligó a uno de sus hijos, cuando éste tenía 5 años, a comerse por la fuerza sus propias heces, al haberse hecho de vientre encima.

El 14 de mayo de 2011 tuvo lugar otra fuerte discusión entre la pareja, después de que la mujer le pidiera explicaciones acerca de si mantenía una relación sentimental extramatrimonial. Él lo negó, dijo que era solo una amiga, y se fue a trabajar. Pero cuando regresó, sobre las 19.45 horas, la pareja volvió a pelearse porque la mujer no quería entregarle al procesado su copia de las llaves del coche.

Instantes después, el procesado abrió el cajón de los cuchillos de la cocina, el cual se le cayó al suelo por el estado de alteración que presentaba, y salió por el pasillo con un cuchillo en alto y dirigiéndose hacia su mujer.

La mujer reaccionó al verle y su primer pensamiento fue dirigirse hacia la salida de la vivienda, pero luego decidió permanecer allí porque sus dos hijos, uno de ellos menor, estaban en el interior. Entonces, el hombre le alcanzó, le empujó contra unas cajas de cartón que había a la entrada de la vivienda, se puso encima e intentó clavarle el cuchillo en el pecho.

El hijo mayor, ante los gritos y lloros de su madre, se dirigió hacia ellos y empujó a su padre para apartarle de su madre. En ese momento, la mujer se dirigió nuevamente al interior de la casa y, acto seguido, el procesado, lejos de desistir de su propósito de acabar con la vida de su esposa, fue tras ella y volvió a intentar clavarle el cuchillo.

Sin embargo, el procesado no consiguió su objetivo puesto que otra vez, el hijo mayor le clavó a su padre por la espalda una navaja que escondía en su habitación. Éste cayó el suelo y cuando se percató de que estaban llamando a la Policía, huyó.

Posteriormente, en el momento en el que la mujer y su hijo mayor iban al hospital para que atendieran a la primera, el marido llamó por teléfono a su hijo y le dijo: "os quiero mucho, dile a tu madre que la quiero". Como consecuencia de las agresiones y humillaciones, tanto la madre como sus dos hijos tienen secuelas psicológicas.

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