Valladolid es una ciudad adaptada para personas en silla de ruedas, según un informe de Eroski Consumer

Valladolid es una ciudad adaptada para personas con silla de ruedas tras considerar que está "muy bien" acondicionada para recorridos por ciudad, "bien" para viajar en autobús y "aceptable" en acceso a polideportivos municipales con piscina, según se extrae de un informe de Eroski Consumer.
Mujer En Silla De Ruedas
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ONCE
Mujer En Silla De Ruedas

Valladolid es una ciudad adaptada para personas con silla de ruedas tras considerar que está "muy bien" acondicionada para recorridos por ciudad, "bien" para viajar en autobús y "aceptable" en acceso a polideportivos municipales con piscina, según se extrae de un informe de Eroski Consumer.

Para analizar las instalaciones de Valladolid, las personas que realizaron el estudio contaron con la colaboración de la Asociación de Lesionados Medulares y Grandes Discapacitados Físicos. La visita consistió en tres pruebas: en primer lugar, se realizó un recorrido desde la plaza Mayor hasta la plaza España. Después, se tomó la línea de autobús 8 Parquesol-Belén y, por último, se visitó el centro deportivo municipal con piscina Polideportivo Huerta del Rey.

La capital vallisoletana se sitúa "por encima" de la media del resto de capitales en lo que a la accesibilidad se refiere: la nota final es un 'bien', a diferencia del 'aceptable' general. Por tipo de prueba, el recorrido se valoró con un 'muy bien', el viaje en autobús con un 'bien' y la visita al centro deportivo municipal con piscina con un 'aceptable'.

Durante el recorrido, el técnico de la revista y su acompañante en silla de ruedas comprobaron que el pavimento era estable y antideslizante. La acera tenía una zona libre de obstáculos igual o mayor a 120 centímetros, aunque a veces se encontraron arquetas y sillas y mesas de los bares que dificultaban el paso.

Por otra parte, la acera y la calzada no siempre se encontraban al mismo nivel (es lo ideal), y en esos casos, los bordillos estaban rebajados, pero con excesiva pendiente.

En este sentido, hubo que atravesar la calzada en tres ocasiones, pero siempre había un paso de peatones o un semáforo. En todos los casos, el semáforo funcionaba correctamente y se podía cruzar en un tiempo razonable y sin prisas. En cuanto a los pasos de peatones, todos tenían una anchura adecuada y estaban bien pintados.

La presencia de escaleras es uno de los impedimentos más importantes al que tienen que hacer frente las personas en silla de ruedas, pero en el recorrido realizado en la ciudad vallisoletana no se encontraron.

Un viaje con pocas sorpresas

La accesibilidad del servicio debe comenzar por las paradas. En las visitadas en Valladolid, había suficiente espacio y el pavimento era estable y sin gravilla, arena o tierra suelta. Además, las señales, paneles y carteles de la parada estaban colocados a una altura que permitía su lectura.

Cuando llegó el autobús, se observó que no llevaba la pegatina indicativa de estar adaptado. Contaba con la plataforma elevadora, rampa o piso bajo que funcionaba pero tenía demasiada pendiente y sin un acompañante la persona en silla de ruedas no podía subirla. La puerta de entrada era lo suficientemente ancha (tenía una anchura de al menos un metro). Una vez dentro, no había pasamanos, aunque sí una zona adaptada para personas con silla de ruedas con sistema de anclajes y pulsador de llamada a una altura accesible. No había, sin embargo, cinturones de seguridad.

Por último, el conductor estuvo pendiente de la persona en silla de ruedas y de su acompañante y arrancó cuando la silla estaba anclada al cinturón.

La entrada al centro no estaba al mismo nivel que la calle (lo ideal), pero había rampa para salvar el desnivel; y la puerta de acceso era lo suficientemente ancha para que cupiese una silla de ruedas.

Una vez dentro del edificio, se comprobó que el mostrador tenía la altura adecuada (un máximo de 80 centímetros), pero no contaba con un hueco en la parte inferior para que el usuario en silla de ruedas pudiese aproximarse.

Los aseos están adaptados, pero están cerrados y era necesario pedir llave. Una vez en la piscina, la puerta de acceso era ancha (mínimo 80 centímetros) y permitía pasar a una silla de ruedas. Sin embargo, se observaron carencias en cuanto a sistemas de accesibilidad que ayudasen a las personas con dificultades de movilidad a meterse en el agua: escaleras de acceso adaptadas ni tampoco rampas de acceso a la zona de menor profundidad.

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