Cómo Caravaggio inventó a los caravaggistas sin proponérselo

  • Dos exposiciones en Francia celebran al artista barroco, que influyó en pintores de toda Europa con un naturalismo seductor lleno de claroscuros.
  • El Fabre de Montpellier se centra en los autores españoles, franceses e italianos; el Des Augustins de Toulouse, en la pintura flamenca.
  • Las muestras reúnen las obras más famosas del milanés, conocido por su carácter conflictivo y sus problemas con la ley.
Una de las obras de Caravaggio incluidas en la muestra del museo Fabre
Una de las obras de Caravaggio incluidas en la muestra del museo Fabre
Michelangelo Merisi da Caravaggio - Fondazione di Studi di Storia dell'Arte Roberto Longhi, Florence
Una de las obras de Caravaggio incluidas en la muestra del museo Fabre

Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) envolvía sus obras naturalistas, a veces de un realismo brutal y un erotismo perturbador, en una depurada técnica de claroscuro, nunca vista hasta el momento, que cambió la trayectoria de muchos pintores coetáneos del artista, que tras ver sus trabajos, ya fuera con envidia o admiración, no veían igual lo que les rodeaba.

Dos museos franceses, el Fabre de Montpellier y el Des Augustins de Toulouse, dedican su exposición del verano a uno de los pintores más revolucionario de la historia del arte. Corps et Ombres - Caravage et le Caravagisme Européen (Cuerpos y sombras - Caravaggio y el caravaggismo europeo), en cartel hasta el 14 de octubre, es una prueba de la influencia del milanés en el panorama artístico europeo de finales del siglo XVI y de principios y mediados del siglo XVII.

Con 140 pinturas entre las que hay obras maestras de Caravaggio, Vouet, Velázquez, Rembrandt y Georges La Tour, los dos centros se unen en una muestra ideada como un díptico. El Fabre reúne el caravaggismo español, francés e italiano; el Des Augustins abarca a los autores flamencos y holandeses.

Reyertas y enemigos

El recorrido del Fabre comienza con una galería de piezas maestras del artista, como Chico mordido por una lagartija, San Francisco de Asís en éxtasis y El sacrificio de Isaac, que ilustran la primera etapa de la carrera del autor. Ecce Homo (1604), con claroscuros acentuados que resaltan las formas esculturales de las figuras humanas, marca el comienzo de la madurez, que llegó con cuadros como Salomé con la cabeza de Juan Bautista (1609), presente en la exposición y procedente del Palacio Real de Madrid.

Los últimos años de Caravaggio fueron sombríos: huyó de Roma tras matar a un hombre en una reyerta, sus mecenas se cansaron de protegerlo de un difícil temperamento que provocaba constantes conflictos. En su exilio en Nápoles cosechó éxitos, pero su carrera decayó y siguió ganándose enemigos, tantos que incluso fue víctima de un intento de asesinato: se salvó, pero sufrió terribles heridas en la cara que lo desfiguraron. La cabeza que Salomé lleva en una bandeja redonda es un autorretrato del pintor, que intentaba tras en incidente reconciliarse con un mecenas.

Pero quien contemplaba su obra se olvidaba del personaje. Pintores de Roma como Baglione, Orazio Gentileschi y Bartolomeo Manfredi; napolitanos como Caracciolo y Vitale; Tournier y Régnier en Francia... En España José de Ribera importó de su visita a Nápoles la fascinación por Caravaggio. Velázquez y Zurbarán también figuran, con obras de juventud, entre los admiradores.

La escuela de Utrecht

En Toulouse el Musée des Augustins reúne trabajos de artistas de la escuela de Utrecht como Dirk van Baburen (con personajes de rasgos expresivos que rozan la caricatura), Hendrick ter Brugghen (destacado caravaggista y gran introductor de la obra del artista en Holanda) y Gerrit van Honthorst, un virtuoso de exitosa carrera. En la pintura flamenca de la actual Bélgica, la influencia de Rubens se mezcla con el espíritu del claroscuro caravaggista y es dificil distinguir los rasgos con claridad: Gerard Seghers es el pintor más reconocible, con estilo complejo que también tiene elementos manieristas y del arte clásico.

Tras morir de una fiebre a los 36 años, Caravaggio fue más recordado por los pintores a los que había influído que por sí mismo. Había sido reticente a tener alumnos, nunca tuvo un taller para propagar su estilo como una doctrina, tampoco teorizó sobre su arte. La condición huraña del pintor y sus múltiples enemistades lo arrinconaron hasta que los cuadros, en forma de redención, volvieron a otorgarle el papel de maestro por derecho propio.

El interés por el pintor sigue tan encendido como en su tiempo. Hace pocos días se difundió el descubrimiento en Milán de un centenar de presuntos dibujos inéditos de Caravaggio. La autenticidad de las obras fue puesta en duda por los Museos Vaticanos.

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